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martes, 15 de febrero de 2011

Una mujer deberá abandonar su piso un año y medio por alimentar a las palomas

Una mujer ha sido condenada por el Juzgado de Primera Instancia número cuatro de Málaga a la privación del derecho de usar su vivienda durante un año y seis meses por dar de comer a palomas, gorriones y gaviotas con las consiguientes molestias e insalubridad para el resto de vecinos.

La magistrada considera probado que la mujer daba de comer alpiste a palomas y otras aves en su terraza y ventanas, lo que hacía que hubiera una continua afluencia de esas aves y algunas de ellas llegaron a anidar en una terraza "con las consiguientes molestias e insalubridad".

En el fallo se destaca que la actividad de la demandada, que lleva desarrollando desde hace más de nueve años, además de molesta e insalubre es "peligrosa e ilícita" para el edificio y sus vecinos.

Además también se le condena a abonar a la comunidad de propietarios, que son los demandantes, más de 2.000 euros para los trabajos de limpieza y pintado de la fachada, y absuelve a los dos hermanos de la misma, que también habían sido demandados.

La comunidad de propietarios lleva años intentando que la mujer dejara de dar de comer a las aves, y pese a la incoación de varios expedientes administrativos, la demandada había hecho caso omiso.

Además, en junio de 2006 ya se le advirtió por parte del presidente de la comunidad que de no cesar en su actividad se adoptarían las medidas judiciales procedentes.

La magistrada explica en los fundamentos de derecho que procede la privación del uso de la vivienda debido "a la gravedad de la situación actual y a su continuidad en el tiempo, desde el año 2005, sin que haya atendido a los requerimientos no sólo de la comunidad de propietarios sino desde el Servicio de Vigilancia Sanitario Ambiental del área de medio ambiente del Ayuntamiento de Málaga.

Algunos vecinos han explicado hoy a Efe que durante años han intentado arreglar el problema por las buenas pero dada la negativa de la mujer, los problemas de insalubridad, los escándalos y fuertes ruidos por la noche, y el miedo por las aves que frecuentan la zona, tuvieron que tomar medidas legales porque se dificultaba el normal desarrollo de la vida cotidiana en el edificio.

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