.

.

martes, 26 de octubre de 2010

Los tambores de guerra suenan en Sudán

El 9 de enero de 2011 es una fecha que para muchos suena demasiado lejana. Pero en Sudán, el día suena a tambores de guerra. El embajador sudanés ante Naciones Unidas, Daffa-Alla Osman, acaba de poner palabras a un temor que circula dentro y fuera del país al afirmar que la celebración de un referéndum de autodeterminación a principios del año que viene en la región y además en la ciudad petrolífera de Abyei "sin un acuerdo previo" entre el régimen de Jartum y el Gobierno de Juba supondría un "retorno a la guerra" en Sudán del Sur.

"Es evidente que cualquier intento de organizar un plebiscito sin un acuerdo entre las dos partes no puede significar otra cosa que un retorno a la guerra", ha afirmado Osman en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre los preparativos de ambas consultas populares (inauditas en África) que deben celebrarse en Sudán del sur el próximo enero.

Con sus palabras el representante sudanés se refería al desacuerdo que actualmente enfrenta al régimen de Omar Al Bashir con los cristianos de la región sureña, autónoma desde la firma de la paz en 2005, al respecto de las fronteras de la que en unos meses probablemente se convierta en la nación más joven del planeta.

La eterna discusión sobre las fronteras

El acuerdo de paz de 2005 (que puso fin a 22 años de guerra entre los cristianos del Sur y los musulmanes del Norte) contempla la celebración de un referéndum para determinar la independencia de la región sureña, a la postre la más rica en los yacimientos petrolíferos que alimentan el régimen tiránico del presidente Omar Al Bashir.

El principal escollo que mantiene a las partes enfrentadas es algo tan crucial como necesario para el probable nacimiento del nuevo país: la demarcación de la frontera entre el Norte y el Sur y además la definición de Abyei, Eldorado sudanés que alberga la mayor parte de los yacimientos. La futura línea divisoria determinará a quién corresponden los recursos: el agua del Nilo y los pozos de petróleo, sobre todo. Y además, la consulta popular decidirá quién se queda con Abyei.

El Partido del Congreso Nacional (del presidente Bashir) mantiene que es indispensable que la frontera de 2.100 kilómetros que dividirá a ambas regiones se delimite antes del referéndum de enero. En caso contrario, la consulta popular deberá cancelarse. La mayor parte de analistas coinciden con este planteamiento argumentando que lo contrario sería abrir la puerta a la tercera guerra civil sudanesa. Un argumento entendible que, sin embargo, Sudán del Sur interpreta como una estrategia del Norte para retrasar el proceso y, en última instancia, poner a los sudaneses del sur contra las cuerdas y obligarles a aceptar una delimitación de la tierra aunque no les convenza.

Optimismo y temores ante la consulta

El vicepresidente de Sudán, Ali Osman Mohamed Taha, del Partido del Congreso Nacional, avisó recientemente que no se celebrará la consulta a no ser que estén todos los cabos atados. Se refería el aliado del presidente Bashir a la distribución de las riquezas petrolíferas. En cualquier caso, Sudán del Sur sabe que no puede despedirse sin más del Norte, aún en caso de que una abrumadora mayoría vote por la independencia. Es cierto que el 70% de la producción de petróleo proviene de yacimientos situados en el Sur, como también lo es que el 'oro negro' sudanés se exporta a través de un oleoducto que llega hasta Puerto Sudán, en el Mar Rojo, en la zona de influencia del régimen de Bashir.

Los más optimistas aseguran que el proceso avanza, aunque sea con muletas. Sudán acaba de anunciar que el registro de votantes empezará el 14 de noviembre y acabará el 4 de diciembre, unos datos que aportan algo de certidumbre en un proceso plagado de futuribles. Sin embargo, con el censo llegan también las diferencias.

El Norte sostiene que viven menos de nueve millones en la vasta región sureña que es tan grande como Francia y España juntas. El Sur sostiene por el contrario son 13 millones los habitantes que residen en la región. Además, tampoco está todavía claro que los dos millones de sudaneses del sur que viven en el Norte tengan derecho a votar en el referéndum de independencia.

Así las cosas, no son pocos los que temen que el proceso de paz descarrile y dé al traste con una estabilidad política y una normalización entre ambas regiones sudanesas largo deseadas. Se da por hecho que el Sudán del Sur votará por la secesión y todas las agendas se preparan para este escenario. Las ganas de secesión se explican en parte por las décadas de olvido y abandono del Gobierno de Jartum, que durante décadas ha concentrado todo el desarrollo en el Norte. Dos mundos separan las respectivas capitales. Por un lado, Juba, una ciudad polvorienta, sin apenas calles asfaltadas, donde los trabajadores humanitarios viven en contáiners. Por otro, Jartum, una urbe en plena expansión económica con uno de los mayores potenciales de desarrollo de toda África.

No hay comentarios: