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viernes, 11 de junio de 2010

Republicana, triunfadora e ¿infiel?


El cóctel más detonante de sexo y política: una mujer republicana, acusada de doble infidelidad y obligada a defender su inocencia ante las cámaras... "Nunca ocurrió. Nunca. He sido absolutamente fiel a mi marido en los trece años de matrimonio".

La mujer de armas tomar se llama Nikki Haley, tiene 38 años y fue una de las grandes triunfadoras de las elecciones primarias del martes en EEUU. Su nombre 'original' es Nimrata Randhawa, hija de imigrantes 'sijs' que vinieron a Carolina del Sur desde el Punjab. Antes que en la política medró en los negocios, arropando a su madre con su cadena de tiendas de moda 'Exotica International'.

Nimrata/Nikki se hizo metodista, se casó con un norteamericano –Michael Haley- y tuvieron dos hijos, Rena y Nalin. En el 2004 dio el salto a la política, consiguió un escaño como cogresista local y fue subiendo enteros hasta acabar en el radar de la mismísima Sarah Palin, que decidió apadrinarla como candidata oficiosa del Tea Party a Gobernadora.

El fantasma de Mark Sanford, el gobernador promiscuo que engañó a su mujer con una amante argentina, amenazó sin embargo con frustrar su candidatura. Will Folks, ex jefe de Prensa de Sanford, reveló en su blog que había mantenido una relación extramatrimonial con Nikki Haley "hace algunos años". Como prueba ofreció la factura de teléfono donde se demuestra que intercambiaron 700 llamadas de teléfono.

Pero Nikki Haley lo negó todo y aseguró que las llamadas fueron "estrictamente profesionales" (Folks fue su asesor político). "He sido fiel a mi marido al 100%", aseguró por pimera vez, mientras seguía marcando las diferencias con sus rivales masculinos y republicanos, Gresham Barrett y Andre Bauer.

En vísperas del último debate, un segundo hombre –el 'lobista' Larry Marchant- aseguró haber tenido también "una relación física" con la notoria candidata. Fue una sola noche, durante una conferencia a la que ambos asistieron en Salt Lake City, aseguró Marchant.

A las pocas horas de su confesión, Marchant dimitía como asesor político de Andre Bauer, completando así este insólito 'menáge à trois' que ha vuelto a convertir Carolina del Sur en el estado más 'picante' de la política americana.

Pero Nikki Haley se defendió con las uñas en el decisivo debate. Negó por enésima vez el adulterio, retó a cualquiera a que presente pruebas y culpó a sus acusadores de estar buscando protagonismo a su costa... "Este es el lado repugnante de la política. Hace dos o tres meses yo era Nikki '¿Quién?' Ahora que voy por delante en las encuestas nos empiezan a lanzar esta basura".

Nikki Haley alcanzó el 49% de los votos en las primarias del martes. Un solo punto más y habría evitado la segunda ronda que se celebrará a finales de junio y en la que parte como abrumadora favorita frente a Gresham Barrett, que se quedó en el 27%.

El tirón del Tea Party, una vez más, caló entre los votantes ultraconsevadores, alineados con su ideario contra el aborto, por la rebaja fiscal y por el derecho a llevar armas.

Los analistas políticos comparan el ascenso de Nikki Haley con el de Bobby Jindal, el gobernador del estado sureño de Luisiana, hijo también de inmigrantes indios. Pese a su conversión, la vieja guardia blanca republicana ha disparado no ya contra su vida personal sino contra el color de su piel.

"Ya tenemos un 'raghead' en la Casa Blanca y no necesitamos otro en la mansión del Gobernador", ha declarado el senador Jake Knotts, que ha intentado quitarle paja al epíteto ('cabeza de trapo'), usado despectivamente contra los inmigrantes árabes.

Tras su victoria parcial del martes, tan sólo las pruebas de su supuesto adulterio o como mucho un tercer 'amante', podría frustrar el ascenso de esta mujer ultraconservadora de origen 'sij', consagrada en la misma noche en que otra mujer republicana, Meg Whitman, ex directora ejeutiva de eBay, ganó posiciones para convertirse en la heredera de 'Gobernator' Schwarzenegger en California.

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