De momento, la congregación ha trasladado a este fraile a un convento del norte de España y, como medida cautelar, le ha prohibido que permanezca a solas con cualquier menor y que administre sacramentos, salvo en caso de muerte.
Éste es el primer caso en el que una orden traslada a la Justicia un presunto caso de pedofilia después de que, hace apenas quince días, el Papa aconsejara los religiosos que denunciaran casos de abusos. De hecho, la dirección de los carmelitas descalzos, al conocer los hechos relatados por los padres de la víctima y pese a que éstos no mostraron su intención de interponer denuncia, decidió aplicar las instrucciones otorgadas desde Roma, que desarrolla las normas establecidas en el motu proprio promulgado por Juan Pablo II el 30 de abril de 2001. Además es la primera ocasión que trasciende que una congregación religiosa española da cuenta a la Justicia de un posible caso de pederastia por parte de uno de sus miembros.
Los hechos se remontan a hace tres años, cuando el joven aún era menor de edad. Según su propio relato, los abusos comenzaron con tocamientos y caricias para terminar con un presunto acoso sexual. El fraile había pedido a los padres del entonces menor que le permitieran ayudarle como monaguillo en la celebración de misas. Una vez ocurridos los hechos, los progenitores decidieron que su hijo se trasladara a Perú, donde aún reside.
Después de que los padres trasladaran los hechos al vicario general de la orden, los frailes confirmaron el relato con la supuesta víctima. Posteriormente, hablaron con el supuesto agresor y, al encontrar contradicciones en las explicaciones otorgadas, decidieron poner el caso en conocimiento de la fiscalía ante la posible comisión de un delito y en aplicación, además, de las nuevas normas del Vaticano. El escrito presentado ante la fiscalía incluye dos documentos en los que tanto la víctima como su padre relatan lo sucedido.
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