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domingo, 2 de mayo de 2010

La estafa de Fincas Corral asciende a 25 millones y afecta a 500 personas

Los Mossos d'Esquadra han detenido a un grupo de empresarios catalanes presuntamente relacionados con el fraude que el dueño de Fincas Corral, Josep Xicola, orquestó y que se estima que puede superar los 25 millones de euros en deudas.

Los investigadores optaron por detenerle este viernes, junto a sus colaboradores, para evitar un perjuicio mayor de la trama, ya que el empresario tenía planificado comprar una empresa del sector turístico de Madrid.

Según informó la policía catalana, a través de la denominada operación 'Onix', se han detenido, además de Xicola, a dos empresarios más, Rafael Alfredo B.P., de 36 años y residente en Sabadell, y a Francisca Maria F. A, de 40 años y de l'Hospitalet de Llobregat, a los que también imputa los delitos de estafa continuada, insolvencias punibles y asociación ilicita.

Los Mossos han practicado estas tres detenciones y buscan a dos implicados más en la presunta trama delictiva -Joan B.J. de 30 años y de Sabadell y Mayra D.C. de 26 años y residente en Esplugues- al no presentarse en comisaría al ser citados. Asimismo, no descartan practicar más detenciones y que puedan aparecer más perjudicados por la trama, que calcula que habría afectado directa o indirectamente a más de 500 personas.

Lo hechos se remontan a principios de 2008, cuando el empresario Josep Xicola, adquirió Fincas Corral a su anterior propeitario, Calixto Corral, por el precio simbólico de 1 euro.

Xicola anunción entonces un sorprendente plan de viabilidad que suponía inversiones millonarias y la expansión de la franquicia a Suramérica. Pero, en realidad, acabó entrando en una profunda crisis económica que actualmente acumula hasta 200 pleitos por impagos y embargos.

Posteirormente, Xicola, junto a su equipo de colaboradores se habría dedicado de manera sistemática a la búsqueda y compra de infinidad de sociedades con problemas económicos, muhcas veces como administrador de Fincas Corral.

Estas operaciones se efectuaban siempre a cambio de una comisión cercana al 3% de la deuda que arrastraba la sociedad mercantil.

De esta forma, nada más comprar una nueva sociedad, la abandonaba completamente, dejaba de pagar a los acreedores, las nóminas de los trabajadores, no liberaba a los vendedeores de avales ni hacía frente al pago de los préstamos o las hipotecas que tenía la empresa. Vaciaba las cuentas corrientes de la sociedad y utilizaba sus activos en beneficio personal, es decir, para comprar vehículos de alta gama o tarjetas bancarias corporativas.

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