El Barcelona no baja los brazos y mantiene intacto su apetito. Quiere esta Liga, único trofeo que podrá levantar antes de junio. Su exhibición en Villarreal, el punto clave en el que muchos pensaban que podría pinchar, transporta la presión al Real Madrid, a la espera de darle la bienvenida en el Bernabéu al Atlético Osasuna de José Antonio Camacho. Con 90 puntos conquistados, aún hay campeonato. Increíble. [Narración y estadísticas]
El Villarreal inicia la fiesta a todo ritmo. Sabe que el Barcelona puede sentir achaques en una fecha muy señalada por los hombres de blanco de la 'meseta central'. Pero perdona. Perdona Nilmar dos veces, el reloj apenas arrancado. La primera, tras un fallo de Valdés (al alimón con Piqué) y, al instante, cuando Alves, Puyol y Piqué acuden al mismo lugar a destiempo, justo cuando Cani, en jugadorazo, tira la línea del pase hacia el joven brasileño, desacertado.
Y el Barcelona, de un brochazo, disuelve todo lo amarillo de la noche. Se pide el balón como si fuera suyo. La alegría en los desmarques, ese movimiento continuo que marea y desordena, saluda al espectador en azulgrana. Un tirito picado de Messi, palmeado hacia arriba por Diego López y un golpeo de Xavi no lejos de la escuadra son escuetos avisos de lo que va a descargarse en estadio El Madrigal.
Bojan, en su posición de extremo izquierdo, conquista la pelota frente a Gonzalo; retrasa a Xavi y no pasan dos segundos antes de que el balón vaya derecho al dominio de Messi, en el área grande y de espaldas al arco; se gira y ya está en la pequeña. Su zurda remacha la jugada-joya, Tan lujosa como aparentemente fácil, desprovista de artificio, pura verdad de fútbol intemporal. Aunque el pie de Gonzalo ayudara a confundir a Diego tras el remate decisivo.
No se detiene la actividad del Barça, un lobo hambriento todavía. Mientras unos celebran el gol, Pep Guardiola llama a capítulo a Gerard Piqué. Correcciones en tono de regañina, autoritarias. Pero ya ha desaparecido cualquier duda de que el Barcelona es el que ha sido. Para ratificarlo, Xavi, el hombre que arrastra una lesión "pequeñita", convierte un libre directo en un 2-0 que deja en evidencia al hasta ahora tercer guardameta de 'La Roja'.
¿Bojan o Ibrahimovic? El sueco jugaría los minutos 'de la basura'. Guardiola había elegido al pequeño. Éste, agradecido, arranca a 30 metros de la portería aprovechando una pasada de frenada de Godín. El acecho de Gonzalo lo elude con un autopase de fantasía que le aleja de él y le pone en la fácil tesitura de regatear y golear a Diego López.
Un 0-3 al descanso es una felicitación envenenada a Juan Carlos Garrido por su reciente renovación a los mandos técnicos del Villarreal. El entrenador estaba obligado a reestablecer el amarillo borrado por el Barcelona y conviene en reforzar su músculo con Senna y su filo con Joseba Llorente, un jugador al que se le da bien picotear a Valdés. Tardó 22 minutos en hacerlo con un derechazo contundente tras recibir el sensacional pase adelantado de Nílmar. Puyol no llegó a cortarlo en su estirada, el delantero se quedó solo frente a Valdés, presa fácil en este lance.
Con la amplia ventaja, las ganas de desconectar habían hecho mella en varios jugadores del Barcelona. Guardiola, con sus gritos, intentaba mantener encendida la llama. No concedió muchas más opciones al Villarreal rearmado y, en cambio, Messi inventó varios ataques hasta que remachó el cuarto a centro de Alves levantando levemente la pelota por encima del cuerpo vencido de Diego López. Para la galería. Y para impresionar.
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