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jueves, 4 de marzo de 2010

Mujica y los argentinos

Por Nahum Bergstein Analista, (nahumbergstein@gmail.com)

En Punta del Este participé días pasados en una reunión de amigos. Todos los presentes, excepto yo, habían asistido al tan promocionado almuerzo de empresarios, mayormente argentinos, con el entonces presidente electo. Pregunté qué impresión habían recogido. El primero en responder fue un conocido empresario, también argentino, quien relató que tres comensales con los que compartió la mesa, compatriotas suyos, tenían lágrimas en los ojos cuando Mujica finalizó su discurso. Varias razones lo explican.

Los tomó de sorpresa que la misma persona que hace 39 años integró la vanguardia operativa de la organización que proclamó para Punta del Este un "verano caliente", (con efectos, dicho sea de paso, devastadores para el turismo) se comprometa públicamente con principios cardinales que hacen a la esencia de la economía de mercado y, consecuentemente, de la actividad de los empresarios privados. Me refiero a la seguridad jurídica; el trabajo como factor de movilidad socioeconómica; el respeto por la propiedad individual; el fomento de inversiones que generen empleo y riqueza ("agrandar la torta para distribuir más y mejor"); la austeridad en el gasto público; y la preservación de la convivencia pacífica como valor superior de un país "vivible"; en suma, música celestial a los oídos de esa caballería andante integrada por los empresarios de una sociedad globalizada.

No es de extrañar que hayan sido los empresarios argentinos, que en alto número participaron del evento, los más impresionados por el discurso y su entorno. Los uruguayos que tienen trato frecuente con ellos, más de una vez han quedado gratamente sorprendidos por la visión idílica que tienen del Uruguay. En buena medida, es el resultado de una creciente desconfianza en el propio país y su destino ("que se vayan todos"), que ha permeado todos los estratos sociales hasta impregnar el corazón de las instituciones. A través de este prisma, Uruguay aparece en la comparación como si fuera el paradigma de una democracia perfecta. Escuchaban a Mujica y pensaban en su país. Como corolario, la exhortación del presidente electo de invertir y vivir en el Uruguay formulada en términos sencillos y por ello doblemente persuasivos encontró terreno fértil.

Aún a riesgo de parecer aguafiestas, estimo que debe moderarse la euforia, aunque más no sea para evitar futuros desencantos. Es verdad que somos una democracia. A la vera del camino han sido abandonados el levantamiento armado y la "acumulación revolucionaria", que en su momento fueron para toda una generación de uruguayos, consignas seductoras para la salvación nacional.

Pero queda un largo camino a recorrer. El propio Mujica dijo que "no somos una panacea". Subsisten un corporativismo obstructivo, la convicción compartida por buena parte de la sociedad de que el Estado está mejor capacitado que las fuerzas del mercado para distribuir riqueza, la subestimación de las consecuencias legales de los actos, el peso del Estado, la reducción de la esfera de intimidad de la persona, el deterioro de la educación a todos los niveles, el acoso burocrático, los privilegios de los funcionarios públicos, etc. Son otros tantos obstáculos a superar en pos del objetivo de generar en libertad, los niveles de bienestar propios de los países del primer mundo.

Alcanzar esos objetivos son procesos permanentes, metas que están en el horizonte y a las cuales se intenta llegar a través de la consolidación de la democracia y la sensibilización del capitalismo. Al fin y al cabo, éste ha demostrado históricamente que es el único sistema que puede coexistir con la democracia. Es la vía de la libertad y el pan para todos o, dicho con las palabras de Camus, "Si alguien os arrebata el pan, suprime al mismo tiempo vuestra libertad. Pero si alguien os roba la libertad, estad seguros que vuestro pan está amenazado, puesto que ya no depende de vosotros y vuestra lucha, sino del capricho del amo".

Creo que el mensaje de Mujica fue en ese sentido, y así lo entendieron los argentinos y restantes empresarios que participaron del evento, impresionados por las presencia de dos ex presidentes en expresión de apoyo. Efectivamente, en el inicio de su mandato lo respalda la mayoría del pueblo uruguayo, incluidos los partidos tradicionales bueno es tenerlo presente hoy y recordarlo mañana , que le abrió una carta de crédito. No es poca cosa. De hoy en más, hablarán los hechos.

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