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domingo, 7 de marzo de 2010

La "píldora" llegó a los 50 años


Mañana se celebra el Día Internacional de la Mujer y no se trata de un capricho femenino. Hasta entrado el Siglo XX en prácticamente el planeta entero las diferencias de género eran abismales. Por varias décadas de ese milenio, la mujer era considerada una persona de segunda sin los derechos, responsabilidades y ni siquiera la voz de un ciudadano medio. Aunque todavía existen demasiadas grietas, fundamentalmente y en forma trágica en Oriente, lamentablemente también en Occidente quedan vestigios. La mujer no percibe salarios iguales a sus congéneres masculinos en puestos de idéntica responsabilidad, no ocupa los espacios de poder que debería dada su representación demográfica, entre otras desigualdades que afortunadamente van desapareciendo gracias a caminos recorridos por hombres y mujeres en búsqueda de equidad. Uno de esos hombres fue el bioquímico estadounidense Gregory Pincus, considerado el "padre de la píldora", quien desarrolló el primer anticonceptivo oral que salió al mercado hace exactamente medio siglo.

Con los antecedentes descubiertos en el mundo en relación a las hormonas, Pincus, y varios colegas elaboran la pastilla, que, en 1956, el propio médico probó con 6.000 mujeres en Puerto Rico y Haití. El éxito de la experiencia fue total.

Quienes convencieron a Pincus de nadar contra los fuertes mandatos sociales, morales y religiosos de la época fueron dos mujeres: Margaret Sanger y Katherine McCormick, consideradas como las "madrinas de la píldora". Sanger era una enfermera en Nueva York que diariamente convivía con los estragos que producían los embarazos no deseados. Se convenció que el anticonceptivo era la única solución y no dudó en dar su opinión públicamente en una sociedad en la cual los hombres pensaban que tener hijos era la única función de las mujeres, y donde el control de la natalidad estaba prohibido. Esta enfermera contactó a McCormick, una millonaria que financiaba proyectos filantrópicos e interesada en el movimiento femenino. Juntas convencieron a Gregory Pincus, cuenta la historia.

Medio siglo pasó desde que esa primera píldora, Enovid, de la compañía Searle, se introdujera en el mercado norteamericano, y que seis meses después apareciera Anovlar, de laboratorios Schering (hoy Bayer Schering Pharma) en Europa, Australia y Latinoamérica. Pero en 1960, las controversias eran muchas y la píldora se menospreció con el nombre de "anti-bebés". Cincuenta años después se la considera la gran revolución médica del Siglo XX.

"Las mujeres las adquirían a escondidas de sus padres. No sólo creo que haya sido una revolución médica, sino también una gran revolución social. La píldora cambió la conducta de las mujeres; fue un antes y un después", recuerda el profesor en ginecotología Ricardo Topolanski, quién vivió en la plenitud de su carrera la llegada de Anovlar, el primer anticonceptivo oral que arribó a Uruguay.

conciencia sexual. Significó una revolución en Occidente porque entregó las llaves del control reproductivo a las mujeres, señala la antropóloga Anabella Loy. "Estos métodos tuvieron consecuencias en cuanto a la autoconciencia del cuerpo femenino e instalaron ámbitos inéditos de libertad sexual. No es casualidad que el movimiento hippie, la quema de soutienes, la minifalda y el amor libre hayan sido simultáneos", agrega.

En términos antropológicos -indica Loy- el destino reproductivo femenino se le sustrae a la naturaleza y se le entrega a la cultura, en una peculiar trasposición que dará lugar, asimismo, al fortalecimiento de los movimientos feministas. "A partir de la transición demográfica de comienzos del siglo XX, las pautas modernas de reproducción caracterizan a la sociedad occidental, incluyendo a nuestro país. La píldora permitió un mayor disfrute de la sexualidad, e instaló el tema en el debate social y académico. Hay investigadores que sostienen que fue a partir de este grado inédito de libertad que se comenzó a hablar del orgasmo femenino. Supongo que se lo experimentaría antes desafiando la moral cristiana que deploraba el protagonismo de la mujer en el acto sexual, relegándola a un segundo plano pasivo y silencioso".

Pero los primeros años de los anticonceptivos orales no fueron fáciles. En Europa, sólo eran recomendados para regular trastornos hormonales, y se prescribían únicamente a mujeres casadas.

La rebelión estudiantil del `68 y la revolución sexual alteraron las percepciones de la época, y la píldora se volvió en un símbolo para el cambio social. Fue en esos años que la sexualidad femenina y la anticoncepción se discutieron públicamente por primera vez. En Alemania, por ejemplo, la revista Konkret titula en julio del 68: "¡Libertad para la píldora!" y pide a los lectores que digan direcciones de médicos que están preparados para prescribirla a mujeres solteras. Los editores quedaron inundados de cartas. Para inicios de los `70, ya eran millones las mujeres que las utilizaban como algo cotidiano.

conquista. La llegada de la pastilla anticonceptiva en 1960 se transforma en una suerte de autorización médica que de alguna manera sustituye opiniones y costumbres morales, religiosas y sociales arraigadas en la sociedad. "La medicina viene a avalar la sexualidad femenina por sí misma, desconectada de la concepción y de la maternidad. Es el último eslabón que faltaba para consolidar una conquista muy importante, que las feministas de aquella época lo marcaron y lo siguen haciendo hasta ahora. Cuentan los médicos y especialistas más veteranos que hasta ese momento la mujer no enfocaba su vida sexual hacia el placer -eso estaba mal visto-, sino hacia la maternidad. Lo único que importaba era la procreación", explica el psicólogo Álvaro Alcuri.

La mujer uruguaya comienza a percibirse de otra manera. "Antes era considerada un recipiente pasivo en donde el hombre ponía su semilla. Luego de la revolución feminista, y de la píldora, comienza a reivindicar el placer. De alguna manera, la sexualidad y el disfrute se democratizan. Antes sólo le pertenecían al hombre", agrega Alcuri.

Es así que entre los años 60 y 70, la píldora se transforma en el gran estandarte de la liberación femenina, y la mujer comienza a solicitar mucho más, entre las cuatro paredes de las habitaciones. "La mujer comenzó a exigir igualdad de derechos en la cama. Hoy la uruguaya tiene y siente libertad absoluta al respecto, y se nota que están educadas sexualmente. He observado la evolución a lo largo de 60 años de consulta. Creo que el sexo siempre estuvo en la cabeza de hombres y mujeres, sólo que antes era una sociedad más hipócrita. El sexo tiene una llamada ancestral propia de la especie; que los seres humanos hayamos aprendido a disfrutarlo es otra cosa. Pero eso trajo aparejado problemas como los embarazos no deseados y las enfermedades. El preservativo fue lo primero que se utilizó, efectivo, pero se usaba y sigue utilizando poco", opina Ricardo Topolanski.

Como señaló en su momento José Pedro Barrán, Álvaro Alcuri también cree que la principal revolución exitosa del siglo XX fue la femenina o feminista. "No sólo transformó la vida de la mujer en el ámbito de la vida privada -de su sexualidad- en Occidente, sino que también la puso en papel de igualdad cuando sale al mercado laboral, comienza a educarse, a manejar dinero y se inserta en todos los ámbitos de la sociedad y la cultura", explica Alcuri.

Al tiempo que se producía toda esa transformación social entre los 60 y 70, la píldora alcanza su mayor expansión promocional, con sus apasionados seguidores y sus opositores, ya para ese entonces fundamentalmente vinculados a motivos religiosos. "Fue como una explosión cuando llegó la píldora a Uruguay, tuvo una difusión brutal. Tenía un consultorio en la calle Eduardo Acevedo, y recuerdo que venían las muchachas como locas a ver si podrían tomar pastillas", dice Topolanski.

ORIENTE. Si existe una razón por la cual no se puede hablar de la píldora como el mayor acontecimiento social del Siglo XX es que Occidente no es el mundo entero, ni su uso fue universal, indica la antropóloga Anabella Loy. "Las millones de africanas e islámicas que sufren mutilación genital seguramente no se enteraron de su existencia. Las chinas la utilizan con cinco métodos más. Allí el infanticidio y el aborto presentan una vigencia llamativa. En India, aún no se planifica racionalmente la natalidad".

Tal situación está demostrada en números. De las 80 millones de mujeres en el planeta que toman la píldora, la gran proporción vive en Europa y Estados Unidos. En América Central y Sudamérica significan 16 millones. En contraste con Europa, en estos países la píldora es menos popular entre adolescentes -70% prefiere condón- y el período de tiempo durante el cual es tomada es marcadamente más breve, según investigaciones de Bayer. "En muchos países, las mujeres toman un descanso de la píldora por motivos culturales con el fin de `limpiar el cuerpo`".

Los pasos del cambio

Aunque existen fórmulas anticonceptivas con 4.000 años de antigüedad, fue en el siglo XX que comienzan las primeras investigaciones serias. En 1901, el fisiólogo austríaco Ludwig Haberland demostró que la menstruación es regulada por hormonas producidas en el cerebro y los ovarios. En 1919, descubrió que transplantando ovarios de conejas gestantes en no gestantes se inhibe la ovulación. Es el principio de la píldora.

En 1929, el bioquímico alemán Adolf Butenandt aisló la estrona, primera hormona sexual femenina.

En 1933, el laboratorio Schering introduce Proluton, la primera preparación biológica de progestágeno. Al año siguiente, los químicos Schwenk y Hildebrand desarrollan la síntesis del estradiol. Esa es la base para los productos modernos de terapia hormonal. Butenandt y otros científicos aislan la hormona sexual progesterona de ovarios de cerdos.

En 1936 científicos estadounidenses demuestran que la progesterona pueden inhibir la ovulación.

En 1938, Hans Inhoffen y Walter Hohlweg desarrollan etinilestradiol, el primer estrógeno oralmente activo. Hasta hoy es componente de casi todos los anticonceptivos clásicos. También logran la primera preparación de progestina.

En 1950 Margaret Sanger, fundadora de la Federación Paternidad Americana Planeada, convence al bioquímico Gregory Picus de la necesidad de un anticonceptivo hormonal. Seis años después, Picus, Min Chuh Chang y el ginecólogo John Rock, realizan los primeros estudios.

En 1960, se lanza en Estados Unidos Enovid, anticonceptivo de la compañía Searle. En 1961, Schering introduce Anovlar, en Europa, Australia y América Latina.

En 1987, Schering lanza Fenovan, primera píldora con progestágeno gestodeno.

De última generación

El primer anticonceptivo oral en llegar a Uruguay fue Anovlar de Schering, cuenta el médico en ginecotología, Ricardo Topolanski. "Era buenísimo desde el punto de vista anticonceptivo, en la regulación de la menstruación y además servía para enfermedades como la endometriosis. Pero tenía una contra, engordaba".

El experto señala que la evolución de los anticonceptivos tanto de laboratorios Schering, como de muchos otros, que llegaron posterior al Anovlar, permitió ir erradicando los efectos colaterales. "Se redujeron al mínimo. Hoy, una mujer que toma anticonceptivos no engorda, no baja tanto la libido y los efectos cardiovasculares que también se menciona son mínimos".

Uno de los laboratorios con papel protagónico en el desarrollo de productos innovadores fue Bayer Schering Pharma. Luego de Anovlar, introdujo Neogynon, Micorlut, Microgynon, Sequilar, Diane, Fernovan, todas con beneficios agregados. Luego llega Mirena, el primer sistema intrauterino de acción prolongada, y los anticonceptivos modernos de la familia Yaz que ofrecen beneficios adicionales además de anticoncepción, como contrarrestar la retención de agua inducida por estrógenos, frecuentemente vista en los anticonceptivos. En 2009 se presenta otro hito: Qlaira. Libera estradiol, el estrógeno equivalente al producido por el organismo femenino.

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