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martes, 16 de marzo de 2010

Epidemia de cáncer de piel no melanoma

Dos estudios publicados esta semana en la revista 'Archives of Dermatology' dan cuenta de la 'epidemia' de cáncer de piel no melanoma en Estados Unidos, cuyos datos no figuran en los registros oficiales de cáncer. El primero de ellos cifra en 13 millones el número de habitantes blancos de dicho país que han padecido al menos uno de estos tumores a lo largo de su vida. El segundo estima en más de dos millones los estadounidenses que fueron tratados de esa enfermedad en 2006.

Este último trabajo refleja un incremento de casi el 77% en los procedimientos para tratar estas dolencias entre 1992 y 2006.

Estos datos son extrapolables a otros países, entre ellos el nuestro. Sin embargo, tal y como puntualiza Gaston Roustan, del Servicio de Dermatología del Hospital Puerta de Hierro-Majadahonda de Madrid, "puede que en España el aumento sea algo inferior", ya que, en general, los estadounidenses tienen un tipo de piel que les hace más susceptibles a la radiación solar, que es el principal factor de riesgo.

El dermatólogo agrega que en nuestro entorno también hay muchas personas con la tez, los ojos y el pelo claro y que los habitantes de la península tenemos una relación igualmente dañina con el astro rey. El resultado es, por lo tanto, muy similar: un crecimiento espectacular de la incidencia.

El melanoma es el cáncer de piel más agresivo y mortal pero, afortunadamente, es el menos frecuente de todos. Los más habituales son, con diferencia, el espinocelular y el basocelular, cuya letalidad es muy reducida. Su prevalencia es superior a la del resto de procesos oncológicos (mama, pulmón, próstata...).

Individuos jóvenes

"Una de las cuestiones que más llama la atención es que ahora vemos muchos casos de carcinomas basocelulares en individuos bastante jóvenes, de entre 30 y 40 años, cuando hace unos años los diagnosticábamos casi exclusivamente en personas mayores", explica Roustan.

Además de por tener una mortalidad muy reducida, los cánceres basocelulares y espinocelulares se diferencian de los melanomas porque su incidencia no está tan asociada a la radiación solar intensa e intermitente (vinculada al ocio y que se produce, sobre todo, durante la infancia). En cambio, cobra una mayor relevancia la exposición acumulada a lo largo de los años. Ésta es la razón de que se observen más casos en ancianos.

El carcinoma espinocelular metastatiza muy raramente y el basocelular no lo hace prácticamente nunca. De ahí su escasa letalidad. La preocupación que generan estos tumores se deriva de "su agresividad local", señala el especialista. Son capaces de "extenderse y generar úlceras muy grandes que destruyen los tejidos adyacentes", añade. Por ejemplo, cuando aparecen en la cara pueden 'arrasar' "la piel, el cartílago e, incluso, el hueso".

El tratamiento habitual es la extirpación completa mediante cirugía, pero también han surgido alternativas no quirúrgicas, como la terapia fotodinámica, para los casos en los que no resulta aconsejable pasar por el quirófano.

Al igual que los investigadores estadounidenses, Roustan considera que se precisa "una mayor comunicación a la población del riesgo potencial de padecer este tipo de tumores que hay que vigilar y tratar". En este sentido, resalta que "la actitud frente a la exposición solar" es la clave para prevenirlos.

Respecto a cómo detectarlos, el especialista señala que hay que prestar una especial atención a aquellas heridas cuya cicatrización se prolonga, ya que estos cánceres suelen tener el aspecto de "pequeñas úlceras que crecen lentamente".

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