"Precisará tres meses para comenzar a patear y jugar y otro mes para alcanzar su potencial", indicó Sakari Orava, el cirujano responsable de la intervención quirúrgica de David Beckham, lesionado gravemente de su tendón de Aquiles izquierdo y quien se perderá el Mundial que comienza el 11 de junio, en Sudáfrica.
"La operación ya se realizó y todo marchó bien", sostuvo desde la propia clínica Mehilainen -en la localidad de Turku, en el suroeste de Finlandia- el cirujano al que le demandó 50 minutos la intervención del volante inglés. El ex capitán de la selección inglesa, de 34 años, se lesionó el domingo en los últimos minutos del partido en el que Milan le ganó 1-0 a Chievo Verona. Beckham hizo los arreglos para viajar a Finlandia con el deseo de una "pronta y completa", recuperación según su página en Internet, y apoyándose en muletas bajó de un jet privado en el aeropuerto de Turku ayer a media tarde para ser trasladado en un ve-hículo deportivo a la clínica. Según los expertos, Beckham tendrá que ver el Mundial por televisión y se le echará de menos. En cuanto a fútbol, sin embargo, la pura verdad es que su ausencia pasará inadvertida. Por un lado da pena que la fractura del tendón de Aquiles zurdo frustrará la ilusión de Beckham, a sus 34 años, de estar en su cuarta Copa del Mundo. A una edad tan avanzada para un futbolista, la gravedad de la lesión implicaría no jugar más con la selección de Inglaterra.
Más lento y tras haber dejado de ser indispensable, Beckham no se perfilaba para estar entre las figuras de Sudáfrica 2010. Ni siquiera tenía la garantía que Fabio Capello lo fuera a convocar. De hacerlo, Beckham seguramente sería relegado al banco de suplentes. La estrella lo sabía, pero no le importaba. Lo único que quería era estar ahí y no tenía nada que ver con el dinero (le sobra). Esta vez su motivación era pura: eclipsar el récord del ex arquero Peter Shilton, con 125 partidos en la selección.
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