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martes, 2 de febrero de 2010

MALDONADO Miles de vecinos no piensan en dejar el "Kennedy"

Edison no tiene cédula de identidad ni ningún otro tipo de documento. Los tenía, pero la última vez que salió a hacer un mandado en el barrio Kennedy, rumbo a la carnicería, los vecinos entraron a su casa y le robaron la billetera.

"Por suerte había agarrado la plata y la había metido en el bolsillo, si no me dejan sin comer, porque el fin de semana no salen jardines". Edison cuenta que su trabajo es "hacer jardines". Vino de la ciudad de Minas y vive en el barrio Kennedy con su hermano hace más de tres décadas.

La Intendencia Municipal de Maldonado logró 49 años atrás una importante donación del gobierno de Estados Unidos para construir un barrio para los trabajadores de la zona de Punta del Este.

"Barrio Obrero Presidente Kennedy" fue el nombre que recibieron las 15 manzanas, en honor al entonces mandatario estadounidense, promotor del programa "Alianza para el Progreso". Hoy, lejos de ser un honor, vivir en "el Kennedy" es un estigma.

"¿Qué cuántos boliches hay acá? Pará que mi hermano se los conoce de memoria". Adentro de la casa, oscura, con esteras de paja oficiando de cielo raso, piso de tierra y sin baño, José, el hermano de Edison responde: "Quedan cinco boliches, antes había muchos más, pero lo que pasa es que los robaron a todos".

Lejos de los angostos caminos rodeados de matorrales y las decenas de niños descalzos que juegan todo el día entre la basura con pequeños gatos y algunos perros, en la oficina de Asentamientos de la Intendencia de Maldonado, un equipo de psicólogos, asistentes sociales, ingenieros y funcionarios lleva adelante el programa "Maldonado Integra".

La asesora en temas de asentamientos para la Intendencia, Cristina Acuña, recibió a El País en su oficina y brindó los datos oficiales del último censo en el Kennedy, que data de 2007: "Son unas 550 familias, con un promedio de cuatro integrantes por núcleo", afirma.

Según Acuña, el equipo de profesionales que trabaja en el programa de realojo ya logró que cerca de 300 familias firmaran el preacuerdo de relocalización; 122 viviendas ya estarían en proceso de construcción.

El programa se rige bajo el sistema de ayuda mutua y tiene previsto realojar a los moradores del barrio Kennedy en tres lugares: "Urbanización al Este" y "Los Tocones", que quedan por continuación avenida Aiguá al Este, detrás del barrio jardín "Los Treinta y Tres". Tienen previstas 334 viviendas, entre ambos, para los reubicados del Kennedy.

En "Cañada Aparicio", un predio de 14 hectáreas en Maldonado Norte, cerca del Barrio "Las Cooperativas" y al Oeste de "Biarritz", el municipio pretende adjudicar otras 222 casas a los ex habitantes del barrio obrero.

El costo de las nuevas viviendas no superará los US$ 8.000. El municipio asumirá la diferencia entre este valor y el costo real de las nuevas casas y la cuota mensual que deberán pagar los habitantes, variará entre $ 800 y $ 1.500. El acuerdo establece que no podrá superar el 25% de los ingresos del núcleo familiar.

"¿Que te dijeron qué? Acá hay 550 casas, no familias. En cada casa hay cuatro o cinco familias, y cada una tiene como tres o cuatro hijos. Estamos creciendo y ya somos más de 7.000 personas en el Kennedy; no nos van a mover así nomás".

Al escuchar los datos que brindó la jerarca de la Intendencia, José se puso de pie y abandonó las penumbras. Se le pueden contar las costillas, tiene barba de tres o cuatro días, el cabello largo y cubierto de grasa. "Vinieron acá, es verdad. Pero ¿sabés qué pasa, pibe? Yo acepto si me dan la casa y listo. Me quieren cobrar US$ 8.000 en cuotas y además tengo que pagar $ 700 de luz, otro tanto de agua, impuestos… Acá me hago el día y no pago nada más, lo único que pago son mis copas". Mientras su hermano despotrica en voz alta y los vecinos se dan vuelta para ver qué pasa, Edison agrega: "Cada vez que vuelve mamado alguien se ofrece para ayudarlo a entrar, espera que se duerma, llama a la barrita y le vacían la casa".

Por uno de los caminos Daniel Rodríguez es seguido por una fila de niños; va a buscar agua al arroyo Maldonado. "No hay nada, no se puede ni trabajar ya. Yo me estoy revolviendo con la mora y la gurisada con las pelotitas de golf".

Rodríguez sale temprano en la mañana y junta moras rastreras para vender en las confiterías de la Península. Consigue unos cuatro o cinco kilos por día y con eso logra un jornal de $ 600. Los niños, mientras, se paran en el alambrado del hoyo uno del Cantegril Country Club y recogen las pelotas que se van afuera; luego las venden a la institución otra vez.

"Ni muerta me sacan". En una recorrida por el corazón del Kennedy se repiten situaciones. Los vecinos acalorados salen a tomar mate dulce a la calle. Hay por lo menos dos embarazadas cada tres casas.Decenas de niños menores de 10 años. Pequeños "almacenes" o bolichitos venden leche, pan, cerveza y vino suelto.

La presencia de un extraño alborota el barrio. Hay miradas de reojo, comentarios al oído y algún saludo por compromiso. "¿Precisa algo, amigo?"

En la Intendencia tienen claro que las condiciones de hacinamiento son tales que el barrio no puede recibir más gente. Aseguran que la intención es que en cinco o seis años esos terrenos estén vacíos. "Tenemos el objetivo y el compromiso de mejorar la calidad de vida de esas personas. No es cuestión de desarmar el Kennedy y armar otros barrios que terminen igual. Hay talleres y estamos trabajando en la reinserción social para eliminar la estigmatización", afirmó Acuña.

El Club del Bosque, de tenis, por ejemplo, hizo un convenio con la Intendencia y enseña este deporte a unos cuantos niños del barrio.

Llegando a una de las fronteras, en la calle San Pablo, la que pasa frente al club de golf, el cantinero del bar "La Oficina", Fernández, prepara unos chorizos a la parrilla para que "piquen" los parroquianos. Los compró en "Carnes Kennedy", la carnicería a la que fue Edison antes de que lo robaran. "¿Quiere tomar algo? Tengo Dunbar, Mac Pay… pero usted tiene cara de buen whisky. Le sirvo un Johnnie, que ya se debe estar herrumbrando ahí arriba. Es muy caro para los parroquianos".

Fernández titubea en condenar su barrio: "Acá cae el sol y moriste. Los malandros se forman en cuadrillas y roban a sus propios vecinos. Es la basa esa (por la pasta base), que los hace así. Robar está mal, yo sé. Pero a tus vecinos está peor. Donde se come no se caga. Esa es una de las primeras lecciones de la vida, pero parece que acá no se las enseñan".

Sheila, de unos 20 años, lleva un vestido gris muy corto y muy sucio. Casi no tiene dientes. La acompañan sus tres hijos. Vivió siempre en el barrio, hace cinco meses se construyó un "ranchito" en el jardín del "rancho" de sus suegros y allí piensa quedarse. "Mi compañero cuida los autos en el golf, pero se prende pa` lo que salga".

La propuesta de realojo de la Intendencia también llegó a sus manos, pero no la aceptó. "¿Pa` que me voy a ir?, acá no pago nada. Es todo una mentira eso. Se van veinte, tiran las casas pero vienen ochenta y se instalan, como yo. Cada vez está más grande el Kennedy. Dicen que lo van a hacer desaparecer... Qué no me hagan reír… Mirá, yo te juro por mis hijos que este barrio no desaparece nunca más; ni muerta me sacan de acá". (Producción: en Maldonado, Viviana Ruggiero).

Complica negocios inmobiliarios en cercanías

Las humildes casas del barrio Kennedy conviven con las deslumbrantes mansiones del Parque del Golf. La peculiaridad que comparten muchas de estas casas, es que en su fachada reposa un cartel de "se vende". Según el presidente de la Asociación Amigos del barrio Parque del Golf, Dieter Busse, eso no tiene relación directa con el crecimiento del barrio Kennedy en la zona. "Ponen el cartel y las ofrecen a precios absurdos, que no tienen en cuenta el valor de mercado. Si encuentran un comprador que les banque el capricho, la venden y se van de la zona. Mientras, las disfrutan", dijo.

Aldo Sanguinetti de la inmobiliaria Mieres, comentó a El País que hay casas que están a la venta desde hace dos años y que la cercanía al barrio Kennedy complica algunos negocios. Los precios van desde US$ 235.000 hasta US$ 8.000.000. Así lo confirmó uno de los dueños de una lujosa casa ubicada cerca del hoyo cuatro del Club del Golf.

"La tengo a la venta desde hace más de dos años. He intentado venderla al precio que tendría que valer pero no pude. Muchos de los que vienen a averiguar se han ido diciéndome que es un precio exagerado teniendo en cuenta que está cerca del Kennedy", se lamenta. Los vecinos, preocupados por la seguridad, crearon la asociación que preside Busse para contratar guardias privados y brindar recursos económicos a la Policía.

Hoy son 52 los uniformados que patrullan la zona cuando hace apenas dos años eran sólo tres.

Con dinero de los vecinos se reformó la subcomisaría de San Rafael; allí se construyeron nuevos calabozos, dos salas para los oficiales y un baño. También compraron motos, computadoras, impresoras y todos los meses se encargan de financiar los elementos de limpieza.

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