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lunes, 1 de febrero de 2010

La izquierda y el malestar

Por Constanza Moreira |*|

Por la casi unanimidad de los presentes, el Plenario Departamental del Frente Amplio resolvió el pasado viernes impulsar la candidatura única a la Intendencia Municipal de Montevideo, de Ana Olivera. El resultado parece a todas luces el mejor posible, habida cuenta de que la decisión por las candidaturas de Daniel Martínez y de Carlos Varela no parecía salir de un punto muerto. El porcentaje de votos que requiere toda candidatura casi obliga al consenso: son los cuatro quintos o los tres cuartos. Estos porcentajes se establecieron para que la "colcha de retazos" se viera obligada a procesar hasta el cansancio cualquier decisión, y ninguna mayoría, salvo una mayoría muy especial, pudiera por sí y ante sí tomar la decisión. Entonces, la exigencia de las mayorías especiales obligaba al "consenso", y el consenso fue un valor en la izquierda durante mucho tiempo. Ya no lo es. Es evidente que otros valores (como los que habilitan al pluralismo y la diversidad) se están incorporando a la cultura política de nuestra izquierda. Y no está mal.

Ana Olivera consiguió lo que no consiguieron ni Martínez ni Varela: las mayorías especiales. Tiene dos características que la hacen especial. En primer lugar, sabe muchísimo sobre la Intendencia Municipal de Montevideo, ya que fungió en cargos de responsabilidad en ese organismo antes de incorporarse al Mides, donde tuvo una actuación que mereció evaluaciones muy positivas. Sus credenciales y su idoneidad son, sin duda, de destaque. En segundo lugar, es mujer. Y esta es, para muchos (en especial para muchas), una credencial insustituible. Las mujeres están en franco retroceso en la administración actual, ya que el número de mujeres en los ministerios ha disminuido sensiblemente respecto al pasado. Una mujer en un cargo tan importante como la Intendencia de Montevideo, debe ser un gesto aplaudido.

Sin embargo, estas dos cualidades no estuvieron en consideración en la primera hora, donde su nombre no apareció mencionado porque, entre otras cosas, había sido nombrada ministra de Desarrollo Social. Su nombre aparece vinculado a las bases, pero aparece vinculado a la idea de que el Partido Comunista tenía "también" derecho a ocupar la Intendencia, al igual que Asamblea Uruguay. Es la lógica sectorial que dominó la discusión sobre las candidaturas: esa lógica primero la ignoró, y luego la impulsó.

La discusión entre Varela y Martínez, por su parte, parecía inzanjable. Y el Frente Amplio no quería apearse de su idea de una candidatura única. Las razones para ello, claro está, no son de principio, puesto que el Frente Amplio va con más de un candidato en varias intendencias del interior del país.

La idea de un candidato único era no exhibir las "disidencias" internas frente a un electorado tan amplio (y calificado) como el de Montevideo, al tiempo de ahorrarle a los grupos y sectores participar con sus listas en una puja interna, en la cual aquellos que apoyan al candidato perdedor salen en general muy mal parados electoralmente (como ya sucedió en la elección de octubre, entre otros, con la Vertiente Artiguista).

Sin embargo, razones tan simples como esta difícilmente sean expresadas públicamente, porque existe una cierta cultura "vergonzante" de que las razones puramente políticas deben ser ocultadas al gran público, so pena de que al conocerlas nos dejen de votar. Esgrimimos entonces razones de principios (como la candidatura única en Montevideo, habida cuenta de que muchos otros lugares son múltiples), que se evidencian, al menos para los conocedores, como poco creíbles. Y debilitamos nuestra credibilidad política. O al menos contribuimos a hacerlo, en el corto plazo.

La candidatura de Martínez corría con desventaja: la fórmula presidencial no la apoyaba. Pero a todas luces, la fórmula presidencial es tal porque lo fue contra las opiniones del presidente Vázquez, quien, en su momento, expresó sus preferencias por Astori. Esto es: no siempre las preferencias de los máximos cargos ejecutivos triunfan. Y es bueno que así sea: eso expresa el dinamismo de un partido. Los partidos vivos son los discutidores, los disidentes. La política uruguaya se ha mantenido viva porque, justamente, no prima el acatamiento sino el debate. En todo caso, también aquí la propia fórmula hubo de apearse de su intención original de apoyar a Varela, dado que su candidatura no convencía. Entre otras cosas, porque crear un liderazgo con alcance en todo el electorado montevideano no se logra de un día para el otro.

Una encuesta de opinión vino a decir lo que ya se intuía: que los montevideanos preferían, en mayor medida, a Daniel Martínez. Probablemente, más que una preferencia eso expresaba un reconocimiento básico: los montevideanos conocen a Daniel Martínez. Su nombre estuvo propuesto para la presidencia del país, fue director de un ente autónomo y ministro, y actualmente es senador. De todos los candidatos, Martínez es, como vino a mostrar la encuesta, el segundo más conocido (la primera es la candidata nacionalista Piñeyrúa).

Daniel Martínez sacó, además, casi dos tercios de los votos del Plenario. Para muchos, la candidatura de Martínez estaba avalada suficientemente: por los montevideanos (a través de una encuesta) y por la mayoría del Plenario. Sin embargo, los resultados fueron otros y la candidata será Ana Olivera. Por varias razones, y entre otras porque es mujer, todos deberemos apoyarla.

El tema es que aunque la decisión de impulsar a Ana Olivera haya permitido zanjar una interna muy difícil y peleada, sobrevuela en la gente un cierto malestar. No verlo, negarlo, silenciarlo, no hace bien. Los malestares se administran, se ventilan, se hablan, se expresan.

Las razones que producen el malestar son varias. La primera es que la candidatura de Ana Olivera es muy reciente y mucha gente la ve como una candidatura destinada únicamente a vetar la candidatura de Martínez. Todo este episodio mostró la existencia de vetos recíprocos al interior del FA que no colaboran a consolidar su imagen de unidad. Por otra parte, la idea de que la Intendencia es un trampolín para la elección nacional alimenta el sentimiento de que se vetan posibles candidatos para 2014. Si fuera así, se cometería un grave error: lo que hay que hacer es empezar a impulsar figuras de renovación para 2014. Cuantas más figuras de relevancia nacional existan en el Frente Amplio, mejor. La segunda razón es que para la inmensa mayoría de los frenteamplistas interesados (pero no vinculados a ningún partido o sector, que son la mayoría), la Intendencia se "reparte" como si fuera una moneda de cambio en la lógica sectorial de reproducción del partido. Otras lógicas podrían anteponerse a ésta: la lógica de que el partido más votado en el departamento tenga la prioridad de proponer su propio candidato, o la de que se propongan varios nombres y que en una elección los frenteamplistas decidan, u otras. La forma en que se exhibe la lógica sectorial es muy antipática a la mayoría de la grey frenteamplista.

Pero la más importante de las razones del malestar es que la gente se acostumbró a votar y a participar. El recuerdo de la elección está muy cerca y quieren que su opinión sea tomada en cuenta. La forma en que se tomaron las decisiones, si bien es correcta (los partidos toman su decisión en el ámbito que les es propio), les parece "cupular". Esta última razón del malestar es quizá la más importante y la que habla mejor sobre nosotros mismos. Eso quiere decir que hay un montón de frenteamplistas "de a pie" que quieren opinar, participar, y que siguen día a día el tema de las candidaturas y debaten y discuten, y esgrimen argumentos sobre pros y contras de unos y de otros. Sí, claro está que no son la inmensa mayoría de los montevideanos que apenas se enteran de los meandros de esta decisión, pero son ese intermedio entre el elector y la cúpula que construyen izquierda todos los días: en sus trabajos, en su familia, en el barrio. Sería bueno que empezáramos a escucharlos. Y a tratar de entender las fuentes del malestar. Porque, como dice la canción: "hay que sacarlo todo afuera, para que adentro nazcan cosas nuevas".

|*| Politóloga. Universidad de la República

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