Según el estudio publicado en el último número de la revista Neurology,
los análisis sanguíneos de centenares de pacientes, mostraron que
aquellos que tenían niveles más altos de licopeno, un fuerte
antioxidante, también eran el grupo que menor cantidad de infartos había
sufrido. El licopeno se encuentra abundantemente en los tomates, pero también en las sandías, pomelos, hongos, papayas y mangos.
Contrariamente a lo que ocurre con otros productos, el procesamiento
de los tomates lejos de hacer perder la concentración de licopeno, la
enriquece: así las salsas de tomate, su puré o pasta, tienen hasta diez veces más microgramos del antioxidante que la verdura cruda.
Los tomates de la variedad “perita” tienen la más alta concentración
de licopeno, entre todas las variedades de consumo habitual. Los tomates
que son recolectados verdes, tienen menos concentración que los
colectados maduros en la tomatera, y los tomates de invernadero tienen
menos que los producidos al aire libre en verano.
Buscando otras pistas
El hallazgo surgió a raíz de una investigación en la que se procuraba
detectar la relación entre las vitaminas A y E, en los infartos
cardíacos. En esa búsqueda no se encontraron elementos que ratificaran
la idea que esas vitaminas mejoran las defensas ante las afecciones
cardíacas, pero sí aparecieron coincidencias sumamente importantes (de hasta el 59%) con el licopeno.
El licopeno, no es sintetizado por el organismo humano, por lo que debe ser obtenido de los alimentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario