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jueves, 22 de septiembre de 2011

Racing 0 - Real Madrid 0 : Plomo en las venas


"Esperábamos mandar un gato salvaje sobre las playas... y más se pareció a una ballena varada". Bien podría Mourinho resumir lo de Santander como Churchill el desembarco aliado de Anzio en la Segunda Guerra Mundial. Más que sangre, demasiado plomo en las botas, en el balón y hasta en las venas. Hacía tiempo que el Madrid no lucía tan feo, apático y perezoso. Lo nunca visto en la era del portugués. Se esperaba, como poco, un grupo agresivo tras el aviso levantino, pero ni en eso rindió a satisfacción su tropa. Ritmo cansino de botas emplomadas, abuso del balón largo, caraja general y esperarla al pie con la misma desidida del que trata de espantar una mosca y no logra hacerlo. Como si se multasen los desmarques y la movilidad sin balón. En fin, toneladas de burocracia para festejar el día mundial del bostezo. Un solo disparo entre los tres palos en 90 minutos hablan fatal de lo ocurrido: Xabi Alonso y Özil con los motores al relentí, y cada cual desconectado del compañero a su manera. Y Cristiano... inofensivo decicándose más a la protesta que al juego, peleado con esa parte del mundo que se la tiene jurada. [Narración y estadísticas: 0-0]

Irreconocibles, ¿son los mismos que bordaron el fútbol en Zaragoza? Lo más potable fue un control de seda de Benzema a balón desde 40 metros que acabó en nada y algunas correrías de Di María. Detallitos. Y ya es decir más que el cabezazo blandengue y aislado de Callejón, que tuvo un estreno de 45 minutos tan anodinos como su equipo. En verdad no hubo una ocasión verdadera de gol hasta la manopla de acero que sacó Casillas al tremendo zambozazo de Óscar Serrano nada más arrancar el acto segundo de la obra inclasificable. Y eso que el Racing, a priori, era una invitación a recuperación con un solo punto, ocho goles en su portería y hasta cinco o seis ausencias importantes en su once. No sufrió mucho para conservar un empate que debe dejarle henchido. Sí, la única oportunidad de la disputa fue del pez chico. La entrada de Di María por un Callejón acomplejado dio un poco de viveza a la función burocrática, pero fue un espejismo con el efecto de caducidad de un par de resoplidos. Algo así como quien abre una gaseosa y al tercer trago ya está otra vez imbebible e inservible. Con tan poco gas es imposible.

Al Racing, parapetado atrás, orden 'cuperiano' del que no tapa se marcha a la caseta, le sobró solidaridad en el esfuerzo defensivo para anular las escasasísimas ganas-ideas del visitante. Empezó manteniendo una buena presión vigía sobre Xabi Alonso que dificultaba el inicio y la creación. Y se contaminó todo entre errores e interrupciones en el juego. Sucedáneo de fútbol, o de mentirijillas, empujones y fallos. Jairo se burlaba de vez en cuando de Marcelo sin rematar las faenas mientras a Ozil tampoco se le vio el pelo hasta casi la media hora. Amén de un disparo de fogueo de Cristiano, los minutos corrían sin que se tuvieran noticias de que había porterías y hasta porteros en un Sardinero que no se llenó del todo. Acaso hubo un amago de aceleración visitante antes de que se acabaran los primeros 45 minutos. Eso, un amago.

Mou debió maljurar el estreno de Callejón por lo visto, porque en la segunda canjeó al repescado canterano por Di María, que arrancó eléctrico pero acabo diluido entre la afonía general. El portugués también tuvo que tirar de Higuaín mientras Cúper quitaba a Serrano para colocar a Cisma, más defensivo. Pero los cambios apenas mejoraron las intenciones en el césped porque también el Racing sacó el oficio del chico y se puso a interrumpir el juego. La primera oportunidad fue para el local con un seco disparo de Serrano que obligó a una de las heroicidades de Casillas. Fue la parada de la noche, acaso la única.

El argentino Cúper ganaba minutos moviendo su noria con el viejo y ya menos revolucionario Munitis, Lassana dejaba su sitio a Kaká y proseguía la languidez general con más errores en la entrega e interrupciones. Sin bandas, el grupo de pantalón blanco y camisa negra parecía un ejambre de polillas zumbando caóticas contra una pantallaz iluminada. Ceguera.

Más porfia sin abrir el campo en su asedio mortecino ante un Racing de nota en el corte y el despeje. Ni se inmutaban los locales ante un desconocido grupo con una eficacia y pegada sobradamente conocidas. El disparo que se le perdió alto a Di María tras rozar los guantes de Toño y una combinación entre Marcelo y Kaká que acaba con un tiro mordido del primero medio metro alejado. Y Mou que no se explica la apatía. O se ponen ganas o no hay diferencias que valgan entre un gigante que apabulló al Zaragoza 'anteayer' y un modesto de escaso presupuesto que suficiente tendrá con evadirse del furgón de cola. Por el momento, quien está evadido es este Real de los dos últimos partidos.

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