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viernes, 26 de agosto de 2011

EL BARCELONA TAMBIÉN GANÓ SU CUARTA SUPERCOPA DE EUROPA (Marca)


El Barcelona aumentó su inabarcable colección de títulos en Mónaco, donde se quedó con una Supercopa de Europa también gobernada por Leo Messi, autor del primero y asistente de gala en el segundo, obra de Fàbregas. Así se las gastan el Barcelona y el argentino, el jefe de lo relacionado con una pelota de cuero.

Con Messi todo comienza a dar igual. El Barça podría seguir ganando partidos saliendo con dos menos. El 10, de un plumazo, solucionó todos los problemas, serios, que le planteó el Oporto a los culés. Ocurrió en el minuto 39, cuando Guarín cedió atrás sin levantar la cabeza. El balón se dirigió a los pies de Messi, que estaba en posición de fuera de juego, validada por el colombiano, que no llevaba una camiseta azulgrana. Leo lo recogió y le contó un chiste a Helton, al que rompió la cintura para dejarle por los suelos y marcar su primer gol en la competición. El tanto no sólo sirvió para abrir el marcador, acabó con el Oporto y con la Supercopa.

Hablamos del de siempre, pero sería injusto olvidarse del que juega con guantes en el Barcelona de Guardiola. Valdés es el héroe callado de este equipo. Apareció cuando le necesitó su equipo, en un disparo de Moutinho nada más comenzar el partido y en un zambombazo de Guarín en la segunda parte que habría significado el empate. Víctor no habla, sólo tapa los agujeros de su portería, más pequeña en los encuentros importantes, donde nunca falla.

La manguera del Barcelona
El Oporto complicó la vida del Barcelona, al que tuvo encadenado hasta que apareció Leo con un dragón llamado Guarín como aliado. Los de Vitor Pereira apretaron muy arriba y el Barça no fue el Barça. Con Mascherano, Abidal y Keita la salida del cuero no es que no fuese limpia es que ni existió. Valdés tuvo que hacer de portero y de líbero al mismo tiempo.

El Oporto echó fuego por la boca, pero fue apagándose con el paso de los minutos. El Barça utilizó el balón como manguera y al que ya no se le vio fue a Hulk, una bestia que hizo mucho ruido pero pocas nueces. El equipo de Guardiola se quedó con la pelota y Guarín le mostró un camino que no había encontrado. Marcó Messi y fue el principio de fin para un Oporto que echó mucho de menos a Falcao.

La segunda mitad comenzó con otra parada de Víctor que le sirvió de aviso a Guardiola, que refrescó el equipo dando entrada a Alexis y Busquets por Villa y Adriano. La ocasión del Oporto fue la excepción que confirmó la regla, en los pies del Barcelona y de Iniesta y Xavi, cariñosos con una pelota a la que siempre llevan donde la situación lo requiere.

Lo poco que permitió el Barcelona a su rival se lo buscó el propio Barcelona, poco expeditivo en zonas comprometidas. Abidal pudo hacer penalti a Guarín, pero el árbitro no lo vio. Lo que sí vio el colegiado holandés fue la asistencia de Leo en el 88' a Cesc. El argentino tuvo una idea con el balón, al que acarició para elevarse por encima de la cabeza de los defensas oportistas, y se la dio a su amigo Fàbregas, que controló y fusiló a Helton para agarrar las dos asas de la Supercopa.

El Oporto acabó con dos menos por las expulsiones de Rolando y Guarín, la de éste por una entrada de animal a Mascherano, y tuvo que rendirse al Barcelona de Messi y de Guardiola, historia viva del fútbol mundial. Lo peor para el resto es que los dos son unos salvajes y no se van a cansar, en la vida, de comerse el mundo.

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