Pero lo verdaderamente interesante y único del N9 es dónde se sitúa en la nueva estrategia de Nokia. La compañía está en plena transición de sus plataformas móviles, abandonando poco a poco Symbian como sistema operativo de sus teléfonos más avanzados y con la vista puesta en Windows Phone 7. El N9 no utiliza ninguno de los dos. En su lugar apuesta por MeeGo, un sistema operativo que Nokia planea mantener como un desarrollo experimental.
Esto convierte a este nuevo teléfono en un modelo realmente único -no hay garantías de que vaya a haber un sucesor u otros modelos equipados con el mismo sistema operativo- y pone a sus futuros potenciales compradores en una situación algo especial.
Nokia ha diseñado la interfaz de MeeGo prácticamente desde cero y pensando en la actual era de interfaces táctiles, una transición que resultaba muy difícil de ejecutar en Symbian. La nueva interfaz de uso tiene algunas sorpresas como la ausencia de botones físicos (para volver al menú principal basta con deslizar el pulgar de derecha a izquierda) y la organización general de todo el teléfono en tres grandes áreas (¿qué están haciendo mis amigos? -redes sociales-, ¿qué puedo hacer yo? -aplicaciones- y ¿qué estoy haciendo ya? -multitarea y aplicaciones activas-).
Hoy en día, sin embargo, el mundo de la telefonía no gira en torno a modelos concretos sino a plataformas y ahí es donde el N9 podría encontrar sus mayores dificultades. El terminal tiene también una colección de aplicaciones respetable pero pequeña. MeeGo no tiene garantías de continuidad con una Nokia enfocada en lanzar este otoño los primeros smartphones con Windows Phone 7 y en el terreno de los teléfonos inteligentes las plataformas de Apple y Google están mucho más maduras y, tal vez más importante, cuentan con un nutrido grupo de desarrolladores a su alrededor.
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