Gara
DONOSTIA-. Su día a día ha cambiado. Empezando por las horas de sueño, que a eso de las dos de la madrugada se ven interrumpidas porque los pensamientos sobre su nueva situación van de un lado hacia otro. Aun así, el nuevo alcalde de Donostia irradia alegría -«nunca dejo de reír»- y ganas de trabajar en una ciudad en la que nunca pensó gobernar. Hasta hace una semana, Juan Karlos Izagirre trabajaba como médico en el servicio de Urgencias de Errenteria. Su nombramiento le ha obligado a dejarlo, pero puesta por trasladar el trato humano de los hospitales a la política: «El médico sabe valorar a las personas».
Hablemos de sentimientos. ¿Cuáles han sido los que le han invadido durante los últimos días?
Tenemos que tener en cuenta cómo hemos llegado hasta aquí. Y es que, si no hubiese sucedido la ilegalización, las cosas serían diferentes; también mi vida. Yo jamás me imaginé que sería alcalde.
Estos días me han invadido la alegría, la ilusión y la esperanza por el éxito de Bildu: siento la misma ilusión que siente Euskal Herria. Pero me doy cuenta que la responsabilidad es muy grande y entonces siento la carga: soy alcalde de Donostia y es la primera vez que llega al cargo una persona independentista, de izquierdas y abertzale.
¿Vértigo?
No, porque me siento muy respaldado.
¿En quien pensó cuando cogió el bastón de mando?
No sabría decirte. Sólo recuerdo que estaba deseando salir a la calle y compartirlo con los ciudadanos, a quienes además escuchaba desde el interior. Y así lo hicimos.
¿Y el lunes?
Entonces, algo de vértigo sí (ríe). Entrar en el despacho del alcalde y, a los diez minutos escasos, ver que el trabajo ya se estaba acumulando... En ese momento me di cuenta de cómo serán los próximos cuatro años. Tenemos un gran equipo trabajando pero pasarán unas semanas hasta que nos adaptemos.
¿Cómo vivió el cambio de médico a alcalde?
Lo he tenido que dejar porque ser alcalde exige dedicación exclusiva. Aunque el martes recogí mi excedencia, yo todavía me siento médico y siempre estaré vinculado a la medicina. Recuerdo que cuando me presenté para encabezar la lista de Bildu al Ayuntamiento puse una condición, y era no dejar la medicina. Ésa es la decisión que más me ha apenado.
Decisiones importantes se toman tanto en Urgencias como en un Ayuntamiento...
Creo que ejercer la medicina tiene su lado positivo a la hora de hacer política y es que el lado humano está muy trabajado. El médico tiene que saber tratar y escuchar a las personas... he practicado eso durante toda mi vida y trasladarlo a la política es, precisamente, uno de los objetivos de Bildu. Será otra forma de hacer política: acercarnos a las personas y dotarla de humanidad.
¿La gente ya le para por la calle?
No lo llevo bien. Acabo de decir que lo peor ha sido dejar la medicina, pero perder el anonimato y hacerse conocido... No es fácil, no se cómo algunos están deseando hacerse famosos. La gente se acerca a saludarme, a felicitarme o simplemente se queda mirando... Me tendré que acostumbrar.
Para algunos es Juan Karlos Izagirre y para otros es «Txapela». ¿Qué historia esconde ese apelativo ?
Cuando estudiaba me llamaban así porque mis padres regentaban un bar con ese mismo nombre. Aunque lo dejaron, en la universidad y en el trabajo siguieron llamándome Txapela. Para mí es un nombre muy bonito, soy Txapela para algunos y Juan Karlos para otros, pero «excelentísimo» no quiero ser para nadie.
No tiene hijos y, no obstante, ha mostrado capacidad para entender a los jóvenes.
Tengo claro que la energía de la gente joven para cambiar cosas y emprender es un gran potencial para poner en marcha la ciudad. Durante muchos años los políticos no han tenido en cuenta ese potencial, quizá porque no les interesaba.
¿Cuál será la actitud general de Bildu?
Bildu tiene una apuesta claras: implicarse en el proceso de normalización abierto en Euskal Herria e impulsarlo. Vemos que eso puede hacerse desde la Administración. Tenemos muchos ayuntamientos y trabajaremos para ello. Creemos también que la manera de hacer política puede ser otra, sobre todo una política participativa, donde el euskara y nuestra cultura tengan protagonismo, y hacerlo desde la izquierda.
De 27 concejales tienen 8. Necesitarán apoyos para tomar decisiones importantes.
Para algunas sí, pero no para muchas otras como impulsar la participación o hacer cambios en el organigrama. Estar en el gobierno nos da margen para actuar directamente. De todas maneras, buscaremos acuerdos puntuales con los grupos; sabemos que con los programas del PNV y el PSOE hay aspectos en los que coincidimos, así que, en teoría, en algunos puntos contaremos con sus votos.
En los últimos días se han escuchado mensajes alarmistas en torno al futuro de la ciudad. ¿Cree que son interesados?
Sí y, además, les pedimos que dejaran de difundir ese tipo de mensajes porque la gente se puede asustar y eso no tiene sentido. Ha entrado Bildu y la ciudad seguirá funcionando igual. Las formas de hacer las cosas cambiarán, pero nada se paralizará.
Creo que el alarmismo se puede deber a que algunos tienen miedo, que son los que hasta ahora han hecho lo que han querido y temen por su poder.
¿Cree que con esos mensajes, ciertos partidos o medios de comunicación pueden adoptar posturas de boicot?
Esperamos que no sea así. De hecho, cuando hicimos la ronda de contactos para hablar sobre la Alcaldía con PNV y PSOE, nos aseguraron que no harían una política de bloqueo. La prensa, hasta ahora por lo menos, nos está tratando con normalidad.
Al hilo de esto, ayer se clausuró en Donostia un congreso sobre víctimas de ETA en el que vetaron la participación de Bildu. ¿Que opinión le merece?
Tendríamos que preguntarles a ellos, porque nos enteramos por la prensa. De todas maneras, más que una decisión local, me temo que es Madrid el que está detrás.
¿Algunos proponiendo abrir las puertas y otros cerrándolas?
La apuesta de Bildu es la de la normalización, porque con ella ganamos todos y todas. Para eso debemos trabajar conjuntamente, pero parece que algunos quieren que otros salgan perdiendo. Es un mensaje mucho más sano y bello, y más justo incluso, apostar por que ganemos todos.
Todos los partidos tendrán que colaborar para construir el escenario de paz. ¿Cómo puede impulsarlo el Ayuntamiento?
Este gobierno hace una apuesta clara a favor del Acuerdo de Gernika, un acuerdo que tiene un gran respaldo de agentes sociales, culturales y sindicales. Teniendo tantos concejales de Bildu, y otros tantos que no son de Bildu pero que pueden estar de acuerdo con el documento, se puede estructurar una herramienta que impulse el proceso. Aún está en el aire, pero hemos entrado con mucha fuerza y hay que aprovechar la oportunidad.
El Tribunal Supremo español impuso en 2007 que la bandera española debe ondear en los edificios públicos. ¿Que actitud tomarán al respecto?
No es nuestra prioridad y no queremos caer en provocaciones. En estos momentos, además, tenemos la famosa lupa -no una, sino dos o tres- y no estamos dispuestos a cometer ilegalidades, pero sabemos que hay soluciones. Y Bildu tiene claro que es un símbolo extraño, que no es su bandera. Se le dará una solución, pero en estos momentos estamos a otras cosas. A eso también le llegará su momento.
¿Como le gustaría ver a Donostia dentro de cuatro años?
Mucho más euskaldun, con menos diferencias entre el centro y la periferia, es decir, más homogénea. Una ciudad que apuesta por la cultura de Euskal Herria, más allá del «marco incomparable», y más participativa.
DONOSTIA-. Su día a día ha cambiado. Empezando por las horas de sueño, que a eso de las dos de la madrugada se ven interrumpidas porque los pensamientos sobre su nueva situación van de un lado hacia otro. Aun así, el nuevo alcalde de Donostia irradia alegría -«nunca dejo de reír»- y ganas de trabajar en una ciudad en la que nunca pensó gobernar. Hasta hace una semana, Juan Karlos Izagirre trabajaba como médico en el servicio de Urgencias de Errenteria. Su nombramiento le ha obligado a dejarlo, pero puesta por trasladar el trato humano de los hospitales a la política: «El médico sabe valorar a las personas».
Hablemos de sentimientos. ¿Cuáles han sido los que le han invadido durante los últimos días?
Tenemos que tener en cuenta cómo hemos llegado hasta aquí. Y es que, si no hubiese sucedido la ilegalización, las cosas serían diferentes; también mi vida. Yo jamás me imaginé que sería alcalde.
Estos días me han invadido la alegría, la ilusión y la esperanza por el éxito de Bildu: siento la misma ilusión que siente Euskal Herria. Pero me doy cuenta que la responsabilidad es muy grande y entonces siento la carga: soy alcalde de Donostia y es la primera vez que llega al cargo una persona independentista, de izquierdas y abertzale.
¿Vértigo?
No, porque me siento muy respaldado.
¿En quien pensó cuando cogió el bastón de mando?
No sabría decirte. Sólo recuerdo que estaba deseando salir a la calle y compartirlo con los ciudadanos, a quienes además escuchaba desde el interior. Y así lo hicimos.
¿Y el lunes?
Entonces, algo de vértigo sí (ríe). Entrar en el despacho del alcalde y, a los diez minutos escasos, ver que el trabajo ya se estaba acumulando... En ese momento me di cuenta de cómo serán los próximos cuatro años. Tenemos un gran equipo trabajando pero pasarán unas semanas hasta que nos adaptemos.
¿Cómo vivió el cambio de médico a alcalde?
Lo he tenido que dejar porque ser alcalde exige dedicación exclusiva. Aunque el martes recogí mi excedencia, yo todavía me siento médico y siempre estaré vinculado a la medicina. Recuerdo que cuando me presenté para encabezar la lista de Bildu al Ayuntamiento puse una condición, y era no dejar la medicina. Ésa es la decisión que más me ha apenado.
Decisiones importantes se toman tanto en Urgencias como en un Ayuntamiento...
Creo que ejercer la medicina tiene su lado positivo a la hora de hacer política y es que el lado humano está muy trabajado. El médico tiene que saber tratar y escuchar a las personas... he practicado eso durante toda mi vida y trasladarlo a la política es, precisamente, uno de los objetivos de Bildu. Será otra forma de hacer política: acercarnos a las personas y dotarla de humanidad.
¿La gente ya le para por la calle?
No lo llevo bien. Acabo de decir que lo peor ha sido dejar la medicina, pero perder el anonimato y hacerse conocido... No es fácil, no se cómo algunos están deseando hacerse famosos. La gente se acerca a saludarme, a felicitarme o simplemente se queda mirando... Me tendré que acostumbrar.
Para algunos es Juan Karlos Izagirre y para otros es «Txapela». ¿Qué historia esconde ese apelativo ?
Cuando estudiaba me llamaban así porque mis padres regentaban un bar con ese mismo nombre. Aunque lo dejaron, en la universidad y en el trabajo siguieron llamándome Txapela. Para mí es un nombre muy bonito, soy Txapela para algunos y Juan Karlos para otros, pero «excelentísimo» no quiero ser para nadie.
No tiene hijos y, no obstante, ha mostrado capacidad para entender a los jóvenes.
Tengo claro que la energía de la gente joven para cambiar cosas y emprender es un gran potencial para poner en marcha la ciudad. Durante muchos años los políticos no han tenido en cuenta ese potencial, quizá porque no les interesaba.
¿Cuál será la actitud general de Bildu?
Bildu tiene una apuesta claras: implicarse en el proceso de normalización abierto en Euskal Herria e impulsarlo. Vemos que eso puede hacerse desde la Administración. Tenemos muchos ayuntamientos y trabajaremos para ello. Creemos también que la manera de hacer política puede ser otra, sobre todo una política participativa, donde el euskara y nuestra cultura tengan protagonismo, y hacerlo desde la izquierda.
De 27 concejales tienen 8. Necesitarán apoyos para tomar decisiones importantes.
Para algunas sí, pero no para muchas otras como impulsar la participación o hacer cambios en el organigrama. Estar en el gobierno nos da margen para actuar directamente. De todas maneras, buscaremos acuerdos puntuales con los grupos; sabemos que con los programas del PNV y el PSOE hay aspectos en los que coincidimos, así que, en teoría, en algunos puntos contaremos con sus votos.
En los últimos días se han escuchado mensajes alarmistas en torno al futuro de la ciudad. ¿Cree que son interesados?
Sí y, además, les pedimos que dejaran de difundir ese tipo de mensajes porque la gente se puede asustar y eso no tiene sentido. Ha entrado Bildu y la ciudad seguirá funcionando igual. Las formas de hacer las cosas cambiarán, pero nada se paralizará.
Creo que el alarmismo se puede deber a que algunos tienen miedo, que son los que hasta ahora han hecho lo que han querido y temen por su poder.
¿Cree que con esos mensajes, ciertos partidos o medios de comunicación pueden adoptar posturas de boicot?
Esperamos que no sea así. De hecho, cuando hicimos la ronda de contactos para hablar sobre la Alcaldía con PNV y PSOE, nos aseguraron que no harían una política de bloqueo. La prensa, hasta ahora por lo menos, nos está tratando con normalidad.
Al hilo de esto, ayer se clausuró en Donostia un congreso sobre víctimas de ETA en el que vetaron la participación de Bildu. ¿Que opinión le merece?
Tendríamos que preguntarles a ellos, porque nos enteramos por la prensa. De todas maneras, más que una decisión local, me temo que es Madrid el que está detrás.
¿Algunos proponiendo abrir las puertas y otros cerrándolas?
La apuesta de Bildu es la de la normalización, porque con ella ganamos todos y todas. Para eso debemos trabajar conjuntamente, pero parece que algunos quieren que otros salgan perdiendo. Es un mensaje mucho más sano y bello, y más justo incluso, apostar por que ganemos todos.
Todos los partidos tendrán que colaborar para construir el escenario de paz. ¿Cómo puede impulsarlo el Ayuntamiento?
Este gobierno hace una apuesta clara a favor del Acuerdo de Gernika, un acuerdo que tiene un gran respaldo de agentes sociales, culturales y sindicales. Teniendo tantos concejales de Bildu, y otros tantos que no son de Bildu pero que pueden estar de acuerdo con el documento, se puede estructurar una herramienta que impulse el proceso. Aún está en el aire, pero hemos entrado con mucha fuerza y hay que aprovechar la oportunidad.
El Tribunal Supremo español impuso en 2007 que la bandera española debe ondear en los edificios públicos. ¿Que actitud tomarán al respecto?
No es nuestra prioridad y no queremos caer en provocaciones. En estos momentos, además, tenemos la famosa lupa -no una, sino dos o tres- y no estamos dispuestos a cometer ilegalidades, pero sabemos que hay soluciones. Y Bildu tiene claro que es un símbolo extraño, que no es su bandera. Se le dará una solución, pero en estos momentos estamos a otras cosas. A eso también le llegará su momento.
¿Como le gustaría ver a Donostia dentro de cuatro años?
Mucho más euskaldun, con menos diferencias entre el centro y la periferia, es decir, más homogénea. Una ciudad que apuesta por la cultura de Euskal Herria, más allá del «marco incomparable», y más participativa.
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