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lunes, 30 de mayo de 2011

Los indignados toman la plaza de la Bastilla y el enano Zarkozy los curte a palos


"Vengo a apoyar a los españoles del movimiento 15M pero también a hacer nuestra propia revolución francesa". Con la plaza de la Bastilla de telón de fondo, Françoise resumía su compromiso con el 15-M. Como ella, miles de indignados se concentraron este domingo en el simbólico monumento, cuna de la primera e histórica revuelta y donde se está fraguando una segunda.

La escalinata principal del Teatro de la Opera es el centro de Operaciones de la réplica francesa del 15-M. Allí, gritaron juntos, pancarta en mano, los indignados de uno y otro país. El lema, traducido a ambos idiomas, "Democracia real ya" y "Gracias a Francia".

"Estoy muy orgullosa de que por fin nos hayamos manifestado contra las injusticias". María hablaba desde el exilio . Esta española es una de las cabecillas del movimiento en París. "Madrid ahora es el ejemplo, no sólo para Francia, sino para el resto de países", explicaba la joven.

Lejos de ser un movimiento de apoyo puntual, los indignados del exilio están organizados y tiene intención de seguir las protestas. A pesar de que el domingo sus intenciones pasaban por dormir en la plaza de la Bastilla, un centenar de agentes de la gendarmería francesa ha desalojado a los jóvenes, que solo tenían permiso para estar allí hasta las 20.00 horas.

"Han cargado contra nosotros y nos han golpeado", asegura María. "Han desalojado por la fuerza a un grupo que se resistía a marcharse. A algunos los han metido en las furgonetas", explica Jean Baptiste, otro de los organizadores. Los agentes custodiaban la plaza desde las 16.30 horas, cuando tuvieron que desbloquear la circulación de vehículos tras ser ésta bloqueada por los manifestantes.

Tras la intervención de las fuerzas de seguridad algunos manifestantes han permanecieron en los alrededores de la plaza, "para continuar con el movimiento". Y es que, el objetivo, dicen los jóvenes, es "exportar la revolución". "No queremos que esto se quede en cosa puntual de apoyo a Madrid. Queremos que haya una propuesta real para poder cambiar las cosas", decía Raquel, otra exiliada.

"Siento envidia por lo que han hecho los jóvenes españoles. Ojalá nosotros hubiéramos hecho lo mismo aquí. A ver si ahora empezamos a movernos", aseguraba Edwige, otra de las manifestantes. Hoy es España la que marca el paso de la revolución.

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