Los acampados del 15M deberían erigirle un monumento porque lo suyo sí que fue revolucionario de verdad. Basta decir que Gil Scott-Heron fue el inventor, el padrino del rap. El músico de Chicago perdió en la madrugada del sábado al domingo su batalla contra una infección contraída durante su reciente gira europea, aunque la causa de fondo es el sida que padecía desde hace dos décadas. Sus defensas se debilitaron demasiado.
A sus 62 años, era un músico venerado por las nuevas generaciones, pues su audacia encendió la chispa de la cultura del hip-hop al recitar poesía sobre texturas rítmicas 'in crescendo'. Su himno 'Revolution will not be televised' parecía toda una premonición al condensar la frustración por el rumbo tomado por Occidente en las últimas décadas.
Sus palabras herían la sensibilidad de las clases más (auto)complacientes de los Estados Unidos. Era un músico y escritor incómodo, de influencia inmensa, como demuestra la obra literaria de autores como el rasta Benjamin Zephaniah y, sobre todo, rostros musicales como Tupac Shakur, Public Enemy o Notorius Big.
Nada pudo hacerse por salvar la vida de Gil Scott-Heron en el hospital St. Luke de Nueva York, entre cuyos muros pronunció sus últimos susurros alguien que nunca se cansó de luchar (musicalmente) por los más desfavorecidos.
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