Página/12
Con un crecimiento económico por encima del 8 por ciento, el gobierno de Alan García y los sectores empresariales hablan del “milagro peruano”. Pero los beneficios de ese “milagro” no llegan a las mayorías. La economía crece, pero no hay distribución y los beneficios de ese crecimiento se quedan en una minoría. Ese es el principal problema que debe enfrentar el próximo presidente. Perú está entre los países de la región con las mejores cifras de crecimiento económico –el año 2010 creció 8,9 por ciento–, pero está entre los últimos en desarrollo humano. Poco más de un tercio de los peruanos vive en la pobreza y más del 10 por ciento, en la pobreza extrema. Y en las zonas rurales, la pobreza supera al 50 por ciento de la población.
Las utilidades de las empresas se han multiplicado, pero los salarios permanecen congelados hace varios años, el empleo se ha precarizado, los derechos laborales de los trabajadores formales se han reducido y cerca del 80 por de los trabajadores labora en la informalidad sin ningún derecho ni seguro social. Perú es de los países que más crece en la región, pero es uno de los que menos invierte en temas como educación y salud. El crecimiento tiene su base en la exportación de materias primas y los altos precios internacionales de los minerales, pero no se ha dado un desarrollo importante de la industria nacional. Que la economía siga creciendo, pero con distribución de los beneficios de ese crecimiento, es el reto del próximo gobierno que se instale el 28 de julio. “Las cifras macroeconómicas están bien. Hay crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), del bajo déficit fiscal, de las altas reservas internacionales, un incremento de las inversiones, una inflación baja, aunque este año va a subir un poco por factores externos y debe estar en 3 por ciento. El crecimiento económico es importante, pero no es determinante para resolver una serie de indicadores de carácter social, como la reducción de la pobreza y la distribución de ingresos”, le señaló a Página/12 el economista Humberto Campodónico, decano de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de San Marcos. “Las utilidades han crecido en promedio cerca al 20 por ciento anual y las transnacionales mineras crecieron entre 35 y 40 por ciento, pero los salarios están estancados al mismo nivel de 1994. Perú está creciendo en buena medida por la exportación de materias primas, pero el aparato productivo no genera el empleo que se necesita”, precisa Campodónico. Y sobre lo que le toca hacer al próximo gobierno agrega: “Uno de los retos principales es la distribución de ingresos. El desafío es cómo conservar la estabilidad macroeconómica y al mismo tiempo orientar al país hacia una diversificación mayor del aparato productivo para no depender tanto de la exportación de materias primas. Perú es uno de los países de América latina donde el péndulo está muy al lado del mercado.
Debe haber un mayor equilibrio en las relaciones entre Estado y mercado. Esa es otra tarea del próximo gobierno.” Sobre lo que podría hacer Ollanta Humala, el candidato ganador de la elección de ayer, aunque todavía debe ir a una segunda vuelta, Campodónico señala que “el mayor problema que él va a tener que enfrentar es político: Humala tiene que hacer un esfuerzo para lograr consensos sin dejar de lado sus planteamientos fundamentales. Sería muy importante que tenga una política parecida a la que tuvo Lula en 2002, cuando inició su gobierno y también era muy resistido por el empresariado, y enfrentó una guerra financiera”. Y sobre las primeras medidas económicas que Humala podría tomar si confirma su triunfo en el ballottage, Humberto Campodónico precisa: “Debería centrarse en dos o tres reformas grandes, como el impuesto a las ganancias extraordinarias de las empresas mineras, que no va a ser fácil sacar adelante, pero es algo que debe salir de todas maneras; aumentar el sueldo mínimo (equivalente a unos 215 dólares) teniendo en cuenta la productividad y la inflación; sacar adelante su propuesta de Pensión 65 para darles pensión a los mayores de 65 años que ahora no la reciben; que el gas que ahora se exporta quede para el consumo interno”.
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