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miércoles, 13 de abril de 2011

Los mitos de Fukushima: de Chernobil al sushi radiactivo


Más de un mes después del tsunami que provocó el accidente nuclear de Fukushima, la desinformación sigue rodeando lo que ocurre en la planta japonesa. He aquí algunos de los mitos y exageraciones sobre la crisis nuclear:

  1. Fukushima es Chernobil. No importa las veces que la mayoría de los medios de comunicación, y en especial los españoles, lo repitan: Fukushima no es otro Chernobil (lo que no quiere decir que no vaya a serlo en el futuro). La central japonesa ha liberado una décima parte de las partículas de la planta ucraniana en 1986. La elevación de la gravedad del accidente al nivel 7 no está basada en ninguna novedad de los últimos días, como sugieren los titulares, sino en una revisión de lo que ya se conocía desde hacía semanas. Lo que se ha equiparado es ese nivel de alarma, no la gravedad del accidente o la contaminación provocada. La cantidad de radiactividad que la planta japonesa libera, en realidad, se ha reducido en los últimos días.
  2. La central ha provocado muchas víctimas. Entre 4.000 y 9.000 personas han muerto de cáncer desde el accidente de Chernobil, según la conclusión a la que llegó un panel de expertos de Naciones Unidas en 2006. La negligencia de las autoridades soviéticas al permitir que los niños de las poblaciones cercanas tomaran leche contaminada fue una de las causas de los cánceres. Las medidas tomadas por el Gobierno japonés, incluido el establecimiento de un perímetro de seguridad alrededor de la central, la evacuación de poblaciones cercanas y el control sobre los alimentos, deberían evitar una repetición de lo sucedido. Aunque se tardará años en conocer los efectos de la radiación liberada, a día de hoy sólo dos personas han muerto en Fukushima Daiichi, ninguna de ellas por la radiación. Los fallecidos son los trabajadores Kazuhiko Kokubo y Yoshiki Terashima, que sufrieron severos traumatismos al ser sorprendidos en el interior de la planta cuando el terremoto y el tsunami golpearon Japón el pasado 11 de marzo.
  3. Sushi radiactivo. Algunos restaurantes japoneses, en España y otros países, han visto como el negocio se resentía por lo sucedido en Fukushima. Poco importa que no se haya detectado radiactividad perjudicial para la salud pescados tradicionalmente utilizados para el más popular de los platos japoneses o que el que se sirve en España no proceda de Japón, y mucho menos de los 20 kilómetros de aguas cercanas a la central donde la pesca ha sido prohibida. Que incluso concesionarios de coches japoneses hayan tenido que garantizar que sus vehículos no son radiactivos prueba hasta qué punto la desinformación puede provocar temores infundados.
  4. Los samurái, sacrificados. Las únicas personas que a día de hoy han recibido dosis de radiactividad superiores al límite recomendable son varios trabajadores que luchan por enfriar los reactores. Cinco han sido hospitalizados -y dados de alta- y una veintena puestos bajo observación. El resto han sido reemplazados cuando han alcanzado el límite máximo recomendable de radiación en un año. La instalación de medidores más modernos que cubren toda la central y la utilización de equipos de aislamiento más avanzados han mejorado su protección, deficiente en los primeros días. Aún así, los operarios son quienes más posibilidades tienen de pagar las consecuencias del accidente a medio y largo plazo.
  5. Tokio Blues. Leyendo algunas informaciones, se diría que la capital japonesa lleva semanas paralizada. La realidad es que permanece en calma, los comercios y restaurantes están abiertos y los únicos que se han marchado han sido los miles de expatriados que huyeron al principio de la crisis, a pesar de que todos los expertos aseguraban que los residentes de la ciudad no corrían peligro. Tokio está algo más apagada, es cierto, pero sólo porque los japoneses han atendido las peticiones del Gobierno para que ahorren energía.
  6. La situación empeora. La selección de las noticias negativas y la marginación de cualquier información sobre los avances logrados ofrecen la impresión de que Fukushima se encuentra en constante deterioro. La realidad es diferente. Los gobiernos de EEUU y Japón creen que la situación �mejora lentamente�, pero mejora. En los últimos días los ingenieros han logrado sellar la grieta en el reactor 2, reducir la filtración de agua radiactiva al mar, empezar a almacenar la que inunda la central, contener el peligro de fusión de los reactores con la inyección masiva de agua y reducir la cantidad de partículas contaminantes liberadas. Los técnicos siguen enfrentándose a numerosos problemas, es probable que surjan nuevos, un agravamiento de la situación no es descartable y la lucha por asegurar la central durará meses, quizá años. Es indudable que Fukushima es un accidente nuclear muy grave. No hace falta exagerarlo con desinformación, rumorología y sensacionalismo.

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