No alcanza ni por asomo la gravedad de Fukushima y probablemente termine en un nuevo sobresalto, pero Japón tiene desde el terremoto del jueves otra central nuclear de la que preocuparse. Se trata de la planta de Onagawa, en la prefectura de Miyagi, dañada durante el temblor de 7,1 grados que sacudió el jueves el arrasado noreste del país. Según la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón (ASNJ), las piscinas de combustibles sufrieron filtraciones de agua radiactiva.
"Hemos detectado varias anomalías en los edificios de los reactores a causa de los temblores", indicó Hidehiko Nishiyama, portavoz de la ASNJ. A pesar del preocupante anuncio, durante todo el día no se detectó ningún aumento de radiación en Onagawa, la central nuclear más antigua del país. Nishiyama insistió en que los niveles de radiación estaban por debajo de los límites considerados seguros. Un factor que ayudó a reducir la magnitud del accidente fue el hecho de que la central fue cerrada tras el terremoto del 11 de marzo.
Aun así, tanto en la planta de Onagawa como en la de Higashidori, en la norteña provincia de Aomori, los sistemas de refrigeración de las piscinas de residuos de combustible estuvieron parados entre 20 y 80 minutos después del terremoto del jueves. Pasado ese tiempo, el suministro eléctrico llegó de nuevo a los sistemas de enfriamiento y sólo se detectó un aumento de la temperatura del agua, rápidamente subsanado, según la ASNJ.
La sacudida también cortó el suministro de energía externa a la central de Higashidori y la planta de reprocesamiento de combustible nuclear en Rokkasho, aunque sus generadores de emergencia restablecieron el suministro eléctrico, según el portavoz del Gobierno, Yukio Edano. El suministro de corriente fue restaurado por la mañana. "Todo ha vuelto a estar bajo control y los sistemas de refrigeración están trabajando constantemente", dijo Edano. "Tampoco ha habido ninguna anomalía en los registros de los puntos de vigilancia" en torno a los puestos de medición de los niveles de radiación.
Sin embargo, el portavoz del Gobierno advirtió de que es posible que se reproduzcan nuevas réplicas importantes, con una intensidad de 5 o 6 en la escala sísmica japonesa (cuyo máximo es 7). "Llamamos a todo el mundo a estar preparado para los temblores que puedan venir en los próximos días", proclamó.
Hasta el momento, la consecuencia más grave del terremoto de hace dos días es la muerte de cuatro personas, mientras otras 141 resultaron heridas, todas ellas en la prefectura de Miyagi, según indicó la Policía de la región. Casi un millón de hogares japoneses seguían sin electricidad.
Presión de China
Mientras tanto, el Gobierno confirmó que hoy dejarán de verter agua radiactiva al océano en Fukushima, después de que China mostrara ayer su indignación. Pekín advirtió de que controlará de cerca todas las acciones de Japón que tengan que ver con el medio ambiente y pedirá a Tokio información detallada de todos sus movimientos. "Esperamos que Japón actúe de acuerdo con la ley internacional y adopte medidas efectivas para proteger la fauna marina", expresó Hong Lei, portavoz de Exteriores chino.
China afirmó que ha detectado diez casos de buques, aviones o cargueros llegados de Japón con niveles de radiación más altos de lo normal. Además, ha detectado radiactividad en espinacas en tres provincias chinas, y la agencia estatal Xinhua informó de trazas de radiactividad en 22 provincias.
Por su parte, la empresa Toshiba adelantó ayer su plan para desmantelar los reactores de la central de Fukushima en unos diez años. Se desmontarán progresivamente las piscinas de residuos y serán trasladadas a contenedores, además de derribarse todos los edificios.
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