Si los 50 eurodiputados españoles, entre los 736 de la Eurocámara, volaran siempre en turista en lugar de en clase preferente para acudir a las reuniones en Bruselas y Estrasburgo, la UE se ahorraría, como mínimo, entre 1,5 millones y tres millones de euros al año.
La diferencia es casi simbólica dentro del presupuesto del Parlamento Europeo, que quiere gastarse en 2012 hasta 1.725 millones, la mayoría para pagar a sus cerca de 6.000 funcionarios (los diputados, en realidad, sólo suponen el 25% de los gastos habituales).
En un año como éste, y si quisieran asistir a todas las reuniones del pleno, las comisiones y sus grupos, los diputados tendrían que volar hasta 28 veces a Bruselas y 12 a Estrasburgo. Sin ni siquiera considerar las conexiones, el viaje Madrid-Bruselas en business (unos 1.500 euros en Iberia) y Madrid-Estrasburgo (unos 1.900) en la clase turista más cara y flexible (no hay opción de clase preferente) supone gastar unos 65.000 euros al año por diputado, es decir alrededor de 3,3 millones sólo por los 50 eurodiputados españoles.
Si estos parlamentarios se pasaran a la clase turista (la más cara y flexible que permite cambios y cancelaciones sin ningún coste ni impedimento), de 446 euros, el ahorro sería de cerca de 1,5 millones. Y si, incluso, optaran por la tarifa básica, la que busca el común de los mortales, de 106 euros a Bruselas y de 268 a Estrasburgo, y que permite cambios pagando una penalización de 50 euros, los viajes costarían por eurodiputado unos 6.000 euros. El ahorro sería así de tres millones de euros.
El cambio de política supondría, en realidad, una diferencia mayor, ya que estas cifras salen sin contar los viajes a otros lugares de la UE, que dependen de los años y los diputados. La enmienda propuesta por el eurodiputado portugués Miguel Portas y rechazada por el Parlamento el miércoles proponía extender la clase turista para todos los viajes de menos de cuatro horas.
El ahorro, si se cuenta sólo a los españoles, apenas supone entre un 0,08 y un 0,17% del presupuesto del Parlamento. Aún así, es una cantidad respetable. Un millón y medio es la ayuda de la UE a las víctimas del 'tsunami' en Java y tres millones es lo que suma la asistencia comunitaria para los hospitales en Bangladesh. Un millón y medio es lo que va a costar una residencia de ancianos en Paradela (Lugo) o un centro de inserción laboral para personas con síndrome de Down en Ávila. Y cerca de tres millones es el precio de poner wifi en todos los hospitales del País Vasco y de construir un colegio en la localidad navarra de Cascante o un ambulatorio en Balazote (Albacete).
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