La visión del proceso fisiológico de la pérdida de la menstruación como algo que requiere de intervención médica y farmacológica es una fuente de beneficios para muchas compañías que venden remedios contra los sofocos y otras molestias asociadas con la menopausia. Soja, aloe vera, ginseng, imanes, pero también hormonas y antidepresivos, se promocionan como la solución al climaterio, aunque su eficacia sea muchas veces dudosa y sus riesgos controvertidos.
El último de estos remedios se ha presentado en Madrid bajo el nombre de Lady Care. La empresa Bienestar Premium asegura que este producto basado en la magnetoterapia reduce los síntomas de la menopausia. Según anuncia en su web, "LadyCare es un pequeño y eficaz dispositivo que, usado a diario, te ayuda a mejorar los síntomas de la menopausia". Y añade: "Puede ser todo lo que necesites para aliviar sofocos, ansiedad, fatiga, aumento de peso, sequedad vaginal y problemas de sueño".
Sus virtudes, según un estudio realizado en el Reino Unido, residen en su capacidad para restablecer el equilibrio en el sistema nervioso autónomo, cosa que logró en el 70% del medio centenar de mujeres que se sometieron al estudio. Pero, "en las guías de práctica clínica, la magnetoterapia no alcanza los criterios de eficacia necesarios", señala Rafael Sánchez Borrego, presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM).
El fracaso de las hormonas
La medicalización de la menopausia es criticada desde el sector científico y social. Este fenómeno de progresión imparable desde mediados del XX tiene dos pilares de sustentación: que la menopausia produce incómodos síntomas (aproximadamente en el 15%-20% de las mujeres) y que cualquier cosa para aliviarlos tiene un amplio mercado al que dirigirse y, por ende, potenciales beneficios.
Por eso, cuando nació la terapia hormonal sustitutiva (THS), se fue extendiendo la idea de que todas las mujeres deberían tomarla; no sólo para reducir las molestias propias del climaterio sino también para rejuvenecer la piel y aumentar la esperanza de vida. Pero la debacle de la THS, tras la publicación de los resultados del estudio WHI (que alertaban de un posible riesgo de cáncer), redujo su uso y, como contrapartida, aumentó la aparición de terapias alternativas.
Fármacos, plantas y agujas
"Estos remedios pueden mejorar los síntomas", ha asegurado el presidente de la AEEM. El problema es la forma en la que surgieron, sin controles ni protocolos. Los preparados herbales -la llamada fitoterapia- "pueden ser útiles y van cogiendo fuerza", añade este experto. Pero los estudios realizados hasta el momento tienen muy poco poder estadístico y sus resultados son contradictorios. "El problema es que no hay una molécula determinada ni una dosis establecida", explica Sánchez Borrego. Hoy en día, una mujer puede recurrir, por ejemplo, a los fitoestrógenos de la soja y adquirirlos en la farmacia, el herbolario o tomando leche comprada en el supermercado. Sin criterio.
A pesar de la falta de consenso, la fitoterapia es la alternativa que cuenta con más apoyos dentro de la comunidad científica y hay ensayos clínicos serios en marcha, como el que patrocina la AEEM, que pretenden "determinar si estos compuestos son eficaces y a qué dosis", confirma su presidente.
Otras terapias, como la acupuntura, también han fracasado a la hora de aliviar los síntomas de la menopausia. "Se están probando además -comenta este experto- preparados como los antidepresivos a dosis muy bajas, que está demostrado que reducen los sofocos, pero tienen más efectos secundarios".
"En el siglo XXI, cuando cada vez hay más mujeres mayores de 50 años y muchas de ellas con síntomas que merman su calidad de vida, la idea de que la menopausia es algo fisiológico que hay que afrontar es anticuada", asegura Sánchez Borrego. Pero la búsqueda de soluciones tiene que basarse en estándares científicos que tengan en cuenta la eficacia, los beneficios y los riesgos.
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