Valencia, 11 de julio de 2010. España juega por primera vez en la historia la final de un Mundial de fútbol. Las calles están desiertas, calma tensa en el Puerto de Valencia, la entrada de productos más importante del sur de Europa. Suele ocurrir en los días de grandes citas. La Guardia Civil espera algún asalto esa noche. Ocurre casi a las dos de la mañana, tres horas después del gol de Iniesta. Los agentes estaban esperando. Fracasa el 'gancho perdido', un método habitual en el narcotráfico, colar drogas en mercancía legal desde el país de orígen para asaltar los contenedores en el destino.
Valencia no es Baltimore, pero una jornada de trabajo en los muelles y aduanas del Puerto se parece demasiado a un capítulo de la segunda temporada de 'The Wire'. Cambien cadáveres de prostitutas por mercancía de 'todo a cien' y falsificaciones, demasiadas falsificaciones. Cada muchos contenederos, salta un alijo. La Agencia Tributaria interceptó esta misma semana 210 kilos de cocaína y seis toneladas y media de marihuana ocultas entre aspersores de riego proveniente de Tailandia.
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), Valencia es el mayor punto de entrada de coca de Europa. Los responsables del Puerto de Valencia rebaten la alarma con números y con un proceso de inspección y registro que se prolonga las 24 horas del día. Cada jornada circulan por la terminal unos 5.000 camiones, al menos 40 son inspeccionados de nueve de la mañana a nueve de la noche por el escáner que Estados Unidos sugirió a raíz de los atentados del 11-S.
Prohibido accercarse al camión sospechoso mientras está siendo radiografiado, peligro de radiación. Desde una sala contigua se examinan las imágenes que regala el escáner, el esqueleto del contenedor, lo que esconde y lo que no. Cualquier carga sospechosa pasa a registrarse a mano en un pasillo en el que se acumulan camiones abiertos de par en par y se destripan embalajes en busca del delito.
Los principales clientes del Puerto de Valencia son, por este orden, China, Estados Unidos y Brasil. Casi toda la mercancía ilegal viene con tipografía oriental. "La mayor parte de las falsificaciones vienen de China, pero cuando la marca es legal también viene de allí", matiza los responsables de Aduanas.
"De lo que se importa y exporta a España, el 45% entra o sale por Valencia y el 99% del comercio es lícito y legal. Trabajamos para encontrar ese 1%, descubrilo e intervenirlo", explica José Mas, administrador de la Aduana Marítima de Valencia. Ese 1%, el cargamento que mandan los que Mas llama "los malos", se paraliza. Si es droga o si fuera armamento, por ejemplo, pasaría a la custodia de la Policía. Si es lo que suele ser, pasa a los almacenes de la Aduana, un laberinto con cientos de miles de cajas de cartón apiladas, repletas de bisutería, juguetes peligrosos, zapatillas falsas, imitaciones, tabaco de contrabando... "Si nos ocultan algo, va a salir", advierten los buenos.
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