Acusar a otro del propio pecado siempre ha sido un buen método para esconder culpas. Si usted es reiteradamente denunciado por tener vínculos con los servicios especiales norteamericanos, entonces acuse a un país entero de policía y censor. Esa pareciera ser la lógica con que el ensayista Rafael Rojas se ha lanzado desde las páginas del diario español El País contra la recién nacida Enciclopedia Colaborativa Cubana, EcuRed, bajo el título “Policías del recuerdo”.
Rojas fue tempranamente promovido al status de intelectual mediático por Jorge Castañeda -también colaborador de El País-, cuyas alianzas con Estados Unidos son harto conocidas, al igual que su empeño en dañar las relaciones de México con Cuba durante el gobierno de Vicente Fox. Cuando Rafael Rojas apenas era un recién graduado universitario, Castañeda lo invitó a presentar su “biografía” del Ché -publicada por el Grupo PRISA, al que pertenece El País- en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. De ahí en adelante, el amigo del canciller foxista ascendió en el staff de la contrarrevolución cubana hasta ocupar el puesto de director de una de las más importantes operaciones propagandísticas contra Cuba con dinero norteamericano, la Revista Encuentro de la Cultura Cubana, especialmente vinculada a esa conocida pantalla de la CIA que es la National Endownment for Democracy. Desde entonces, al articulista de El País no le han faltado premios y puestos académicos en España, México y Estados Unidos.
Rojas, que ha pedido a los cubanos olvidarse de José Martí, se atreve a hacer un inventario de los defectos que él ve en EcuRed desde el punto de vista histórico y comete varios errores. El primero, es atribuir al gobierno cubano la autoría de EcuRed, sin percatarse de que es una enciclopedia colaborativa y descentralizada, construida por miles de personas desde toda la isla, cuyos contenidos se van completando y perfeccionando continuamente. El segundo, es pretender que los enfoques históricos de EcuRed, que se proclama precisamente como un proyecto descolonizador, coincidan con su cultura libresca, embebida en lo que Rubén Martínez Villena denominara la costra tenaz del coloniaje.
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