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lunes, 24 de enero de 2011

España Política-ficción sobre la deuda española


Supongamos por un momento que la mejoría experimentada en el diferencial de la deuda española con la alemana, que ya se aproxima a marchas forzadas a los doscientos puntos básicos, sea el resultado de la reciente visita de Zapatero a China para solicitar de sus mandatarios que compren deuda española cuando el Estado español realice emisiones de su deuda.

Entonces cabrían dos posibilidades; a saber, que los chinos hubieran comprado masivamente la deuda española, al igual que han estado haciendo con la estadounidense, de modo que sería por ese aumento de la demanda por lo que caen los tipos de la deuda española reduciendo su distancia con los de la alemana. O bien, por otro lado, podría resultar que los inversores europeos, asustados ante la posibilidad de que China obtenga cierta ventaja sobre el euro a través de la deuda española, se hubieran decidido a compararla antes que ella evitando así que sea China quien además ‘salve’ a la economía española. En este segundo caso resultaría tan sorprendente como indignante la sospecha de que hasta la aparición de la amenaza china los inversores de los países que son nuestros socios europeos habrían estado dispuestos gustosamente a especular con la deuda española.

Esto último lo vendrían haciendo con su abstención en la compra de deuda forzando a realizar ofertas a tipos de interés más altos. Sin remedio, el aumento en los tipos a su vez obligaría al gobierno español a llevar a cabo nuevas políticas de ajuste y ahorro presupuestario para hacer frente al pago de los abusivos intereses. La situación podría llegar al extremo de provocar la tan temida ‘intervención’, con la consiguiente pérdida de soberanía y el empeoramiento, aún más si cabe, del ajuste social ya entonces exigido por las Instituciones Europeas, por el Banco Mundial y por el FMI.

Uno en su ignorancia siempre piensa que estas complejas cuestiones escapan a su limitado entendimiento. Pero, si no lo he comprendido mal ¿Acaso no se trataría más que de un vulgar chantaje? ¿O me equivocaría? ¿Podría algún docto economista aclarar como sería posible que el interés de unos pocos miserables especuladores empeñados en obtener sustanciosos beneficios pudiera llegar a ‘comprometer la soberanía’ de un gobierno para obligarle a llevar a cabo políticas antisociales? Eso sí; para aquel caso en el que otro grupo de inversores, por ejemplo chinos, amenazara sus expectativas de negocio a costa de la deuda española, simplemente porque no son “de los nuestros”, entonces estarían dispuestos a renunciar a tan estupendos beneficios y a conformarse con menos ¿Dónde estaría la tan cacareada libertad y la autonomía del mercado? ¿En realidad se trataría de un problema de confianza en la economía española como nos querían hacer creer? ¿La eficiencia del mercado resultaría en todo caso beneficiosa como sostiene la ortodoxia económica capitalista? Sinceramente son demasiadas preguntas que es mejor no responder si uno no quiere cogerse el consabido ‘cabreo sordo’, aunque ya es un poco tarde para eso. Que le vamos a hacer. Teníamos que haber contenido antes nuestra imaginación para no tener que contener ahora nuestra indignación.

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