Hubo un tiempo en el que colgar un cartel de rebajas era casi una ordinariez para las grandes marcas. ¿Puede rebajarse un bolso de Louis Vuitton? ¿Hay gangas colgadas en la cuesta de enero en las perchas de Loewe o Gucci? ¿Se imaginan a decenas de clientas a la carrera para atrapar un pañuelo de Hermes?
Nadie lo dice pero casi subyace en cada apunte. Las rebajas no son para ellos. Las rebajas son para pobres. Las rebajas quedan mal en la milla de oro...
Los tiempos, sin embargo, han cambiado. Rebajas, haberlas haylas. Habla Isabel Cosme Rodríguez, hija de una firma de prestigio en la moda española, Presen Rodríguez, presidenta del Gremio de Comercio Textil, presidenta de la Confederación de Empresarios del Comercio Valenciano (CECOCVAL) y máxima responsable de Dos Aguas Luxury Shopping, la asociación que agrupa a las firmas de lujo en Valencia: "Cada marca tiene su propia estrategia comercial, pero está claro que cada vez nos aproximamos más a lo que hay a nuestro alrededor y si el consumidor no encuentra descuentos en esta época, se echa para atrás".
Cosme defiende, frente a lo que podría parecer, que son las tiendas de lujo las que conservan la "esencia" de las rebajas. "La esencia es rebajar los excedentes de campaña, algo que se ha desvirtuado completamente. Las firmas fabrican expresamente para rebajas, cosa que no se puede hacer. Nosotros, si tiramos los precios por tierra, perdemos al cliente que lo pagó antes a su precio", explica.
Los clientes de lujo tienen "nombre y apellidos", así que se les mima aunque para ello haya que camuflar las rebajas. Firmas como Hermes alquilan locales fuera de sus tiendas para saldar productos. Otras como Bulgari limitan sus descuentos a semanas especiales. En la mayoría, las rebajas se llaman ofertas especiales, detalles, outlets y se personalizan en tarjetas privadas o promociones particulares.
Algunos, los menos, han colgado directamente el cartel. La firma de calzado y complementos Salvatore Ferragamo ha llegado a rebajar hasta un 50% en Valencia y en Madrid las colas de Gucci colapsaron la calle Serrano. Javier Villajos, de JavieryJavier, acaba rebajando "porque la clienta te lo pide". "Yo hago descuentos por el detalle con la clienta, no por ganar dinero", explica. Asegura que él vende igual con o sin ofertas y explica que el año pasado, en plena crisis económica, vendió más que en mucho tiempo. "Gracias a Dios, nuestras clientas son de nivel alto y siguen comprando".
Isabel Cosme sí ha detectado los daños del panorama económico. "En época de guerra el lujo se incrementaba, pero esto ha sido diferente. La crisis la hemos sufrido todos, pero los primeros fueron los de arriba. Ha llovido en cascada", dice. La situación ha obligado a las tiendas de élite a hacer malabarismos entre la "filosofía de marca" y "las necesidades de facturación".
"Nosotros tenemos que defender los artículos de lujo, que se pagan caros porque lo valen y hay que saber valorar en estos productos la importancia de un descuento del 40, del 30 o del 10%. Lo que no entiendo es hacer colas para comprar por 7 euros un artículo que antes valía 10", reflexiona la presidenta de Luxury Shopping. "El buen chollo es conseguir buen precio en un producto de calidad. Cosas malas y baratas siempre hay".
"Al final todos hacen rebajas o algo parecido pero dentro de la elegancia", añade. Que no quede ordinario, vamos. Que parezca un accidente...
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