La ciudad está hundida en la oscuridad porque la red nacional del país sigue siendo incapaz de ampliar el abastecimiento a pesar de las inversiones de miles de millones de dólares.
Siete años después de la invasión estadounidense de 2003, la producción de energía en el país sigue aún muy inferior a los niveles más bajos alcanzados durante el régimen de Saddam Hussein. Antes de su caída, Bagdad solía tener hasta dieciocho horas de suministro de electricidad al día.
Los habitantes de Bagdad están indignados porque en esas condiciones no pueden hacer nada en un país donde la cuestión de la seguridad está por encima de todo lo demás.
Karim Zamel dijo que los iraquíes no se creían ya ninguna promesa que pudiera venir del gobierno: “Las autoridades del gobierno nos han bombardeado con todo tipo de promesas, hasta han llegado a decir que pronto empezarían a exportar electricidad a los países vecinos”. Y añadió que como casi todo en Iraq, la situación de la electricidad no ha parado de degradarse y en la actualidad es todo lo contrario de lo que el gobierno dice.
Tayeba Yabbar dijo que no hay ningún elemento en Iraq que pueda hacer sentir “optimismo”. “Cuando sólo consigues electricidad durante una hora al día, ¿cómo vas a confiar en el gobierno?”.
Muchos iraquíes acuden al sector privado y compran pequeños generadores para sus barriadas. Pero este tipo de electricidad sólo puede utilizarse para iluminar y no es suficientemente potente como para hacer que funcionen refrigeradores, calefactores o aparatos de aire acondicionado.
Samir Qassab dijo que los empresarios privados del sector eléctrico cobran sumas exorbitantes de dinero cada mes “sólo para ayudar al gobierno a convertirnos en corderos”.
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