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miércoles, 1 de diciembre de 2010

El divorcio de Sarkozy y la boda con Carla, más que secretos de alcoba para EEUU

En 2005 el presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunciaba su separación de la que había sido su "motor y talón de Aquiles", en palabras del mandatario, Cecilia Ciganer-Attias.

El divorcio no sólo sorprendió dentro y fuera de las fronteras galas sino que produjo cierta preocupación en el Departamento de Estado de EEUU, que a través de un cable de la Embajada estadounidense en París informó con todo detalle de la separación, de la situación y de cómo había afectado a Sarkozy su nueva situación personal.

"El reciente divorcio de Sarkozy plantea preguntas sobre su habilidad para mantener su equilibrio y concentración", escribió la embajada estadounidense en París en octubre de 2007, según informa el diario 'Le Monde', uno de los medios que han tenido acceso a los 251.000 documentos filtrados por WikiLeaks.

El cable advierte de la "irritabilidad" que manifestó el mandatario francés tras la separación y de la "dependencia" que mostraba hacia Cecilia.

"Durante su separación en 2005, Sarkozy apareció públicamente muy irritable y sombrío, la misma impresión que dio en la cumbre de Lisboa al día siguiente del anuncio de su divorcio", afirma el cable.

A partir de entonces, sale a la luz un Sarkozy "susceptible y autoritario" del que incluso se llega a cuestionar su "equilibrio" personal tras su divorcio. La separación de su mujer, Cecilia, le hace un hombre "muy irritable", y su posterior unión con la "supermodelo" Carla Bruni pone en evidencia su estilo "no presidencial" y su interés por la fama.

Con todo, los documentos del Departamento de Estado estadounidense filtrados por el portal Wikileaks han desvelado la admiración que EEUU tenía en un primer momento por el presidente francés al que llegan a considerar el mandatario galo más favorable a Washington "desde la Segunda Guerra Mundial" pero al que posteriormente ven como un dirigente "autoritario".

El embajador en París Craig Stapleton escribe en uno de sus informes al Departamento de Estado que Sarkozy le había transmitido que, al igual que Bush, tenía "pundonor" y sabía afrontar "honestamente" los "problemas reales de su país".

Los continuos contactos llevan a la Embajada a calificar a Sarkozy como "el hombre que podría cambiar Francia", por su carácter favorable a Estados Unidos, sus principios de libre mercado o la lucha contra la delincuencia y el terrorismo, entre otras actitudes.

"Su apodo de 'Sarkozy el americano' y su afinidad con Estados Unidos es auténtica y le sale del fondo del corazón", señala uno de esos documentos. La Embajada ya imaginaba por aquel entonces que el que fuese ministro del Interior sería capaz de ocupar la Presidencia durante diez años, algo que de momento se encuentra en el aire.

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