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miércoles, 19 de mayo de 2010

Ganándole a todos, Peñarol se consagró merecido campeón


Poco importará hoy al hincha carbonero si Peñarol ganó con la "soga al cuello", si los pelotazos de los tricolores en el final del partido en lugar de pegar en los caños van adentro o si Martinuccio hubiese rematado unos segundos antes de que Muñoz lo "atorara". Lo único que importa es que salió campeón, que tuvo varias horas de festejos y que terminó con una racha adversa de varios años. Hoy el hincha está pletórico de alegría. En la cancha los jugadores hicieron lo suyo, se pararon como para disputar estas finales y la ganaron con argumentos valederos, más allá que ayer Nacional arrancó con un dispositivo táctico diferente y tras unos quince a veinte minutos de mejor juego de Peñarol, los tricolores emparejaron, volcaron el fútbol por la punta izquierda donde Regueiro una y otra vez le ganó a Albín. Peñarol había comenzado a buen ritmo, con Aguirregaray jugando de "Urretavizcaya" y lo hizo muy bien abriendo la cancha contando con Ramírez que cada vez que tomaba el balón sistemáticamente venía la falta. Pacheco estuvo activo y Martinuccio siempre estuvo dispuesto a picar pero mal habilitado.

Nacional demoró bastante en recuperar el balón y recién cuando OJ y Ferro se posicionaron bien en el terreno, el "Tata" pudo abrir el fútbol por derecha e intentar juntarse con "Matute" o meter pelotazos al "Morro", que jugó de espaldas al arco rival y tuvo pocas chances.

Sin embargo, el gol lo anotó un zaguero. Un centro perfecto de Matute al área, Egidio que salta y cabecea hacia atrás donde estaba Lembo, que casi sin ángulo cabeceó sin que Egidio pudiera evitar la conquista. Después del gol, Peñarol sintió el golpe anímico, le dejó el terreno y la pelota a Nacional y lo mejor que le pudo pasar fue que Ubriaco pitara para irse al descanso.

Sin embargo, en el segundo tiempo todo cambió porque lo bueno que hizo Peñarol en el comienzo del primer tiempo y Nacional en la segunda parte quedó olvidado por ambos en el vestuario y ni por asomo repitieron. Peñarol jugó equivocado, nublado en el último pase, con pelotas "bartoleadas" sin ton ni son, con demasiado traslado de la pelota mientras que Nacional insistió en buscar al "Morro", a aquietar el juego, a tratar de hacer circular el balón, sólo que errando pases por doquier. Nacional comenzaba a jugar con el cronómetro cuando en una gran escapada Aguirregaray anota y pone la Copa a disposición del manya. De ahí al final Peñarol con su vieja mística de raspar y meter, de sufrir y angustiarse porque Martinuccio pudo asegurar pero se equivocó y alargó el sufrimiento, mientras Nacional apelaba a cambios y a meter delanteros buscando lo imposible, porque ni siquiera un zapatazo de Coates y un remate de Balsas que reventaron el horizontal pudieron vulnerar el arco carbonero. Final y festejo para Peñarol que se sacó las ganas, después de varios años.

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