Para ejercer la soberanía, la Fuerza Aérea tiene "los ojos y los oídos", pero según su propia definición, le faltan "los puños": una escuadrilla de aviones interceptores que complete un sistema de vigilancia con el que repeler acciones delictivas.
La necesidad no es nueva: hace poco más de un año, cuando asumió como jefe de la FAU el general José Bonilla ya había pedido al Poder Ejecutivo una partida presupuestal que permitiera comprar los aviones y cerrar el círculo. La carencia operativa quedó en evidencia el martes 23 de marzo, cuando un pequeño avión biplaza se paseó por el territorio nacional de oeste a este sin ser molestado más allá de la persecución de que, casi por azar, fue objeto por dos aviones militares (Ver nota aparte).
Con aviones interceptores, la Fuerza Aérea (FAU) atenuaría sus penurias operativas completando el sistema de vigilancia aérea con todos sus componentes, es decir las comunicaciones, los sensores (radares), la oficina de mando y control, y los medios interceptores con un radar abordo para "enganche" de los aviones infractores. Al fin de cuentas, los actuales interceptores disponibles son los añejos A-37B, en servicio desde fines de los años 70.
En tiempos de paz, la FAU precisa más contar con un sistema de vigilancia aérea que con uno de defensa aérea. No hay hipótesis de conflicto a la vista y por eso la FAU no arma sus defensas a la espera de aviones militares hostiles.
"La realidad de hoy indica que nuestros problemas son de frontera, el narcotráfico y el contrabando", dijo el viernes 26 el presidente José Mujica al responder a la invitación de su colega costarricense Óscar Arias para que elimine las Fuerzas Armadas como hizo su país en 1948. Uruguay parece no ir por ese camino, y la FAU tiene claro que en función de las orientaciones de Defensa debe jugar un papel de colaboración con el Ministerio del Interior en el control de aquellas actividades ilícitas.
MENSAJE. Un radar militar de los adquiridos en 2006 a España está operando en la base aérea de Boiso Lanza, en Mendoza, y el otro fue instalado en el noreste del país, en Santa Clara de Olimar (Treinta y Tres). Los radares militares interactúan con los radares civiles de tránsito aéreo, de manera de consolidar la vigilancia y el control integral del espacio aéreo a través de procedimientos, equipamiento asociado y personal entrenado para tal integración. El nuevo equipamiento permite al país contar con la capacidad de ejercer positivamente su soberanía y la seguridad del espacio aéreo jurisdiccional, en prevención de ilícitos, violaciones y evasiones económicas.
Luego de la primera operación con los radares militares, y a pesar de que sin adecuados aviones interceptores el espacio aéreo nacional está sin mayor control, la FAU opina que con esta operación el "mensaje" a la comunidad aeronáutica internacional igual fue enviado. "Lo importante es que ahora el espacio aéreo del país está controlado", sostuvo a El País el coronel Mariano Rodrigo, de la Fuerza Aérea.
La FAU coordina desde hace tiempo inteligencia y comunicaciones, explicó el militar. Con el funcionamiento de los nuevos radares tridimensionales, "hacemos ejercicio efectivo de la vigilancia aérea de nuestro espacio", insistió Rodrigo.
¿qué comprar?. En su discurso del mes pasado, cuando la FAU celebró su aniversario, Bonilla volvió sobre el tema al solicitar al gobierno la escuadrilla de interceptores. Sin embargo, aún no se tiene claro qué tipo de aeronave se necesita y de qué forma incorporarlas. Pueden ser aviones supersónicos o subsónicos, se podrían incorporar mediante convenios con fuerzas de países amigos o se podrían comprar directamente a proveedores privados. Además, una comisión debería obtener una respuesta a la ecuación costo-eficiencia para determinar cual avión cumpliría mejor el rol.
Lo que sí ya definió la FAU en su pedido es que las aeronaves deberán contar con un radar de abordo para "enganchar" los blancos, lo que le permitiría precisar más la interceptación y no guiarse apenas por el contacto visual o con ayuda de los radares civiles de tierra. "Eso es más rápido y más seguro", apuntó el militar.
Lo que está claro para la FAU es que los viejos IA-58 Pucará, del Escuadrón N° 1 de Ataque, no son apropiados para una interceptación aérea. El avión Pucará, un bimotor turbohélice que está en servicio en la FAU desde 1981, es una aeronave aire-tierra, más apta para operaciones de contrainsurgencia y no es del tipo caza, aire-aire, que es la clase de avión que se necesita. "Si los vemos (a los intrusos) pero no los alcanzamos, no sirve", admitió el militar.
El avión brasileño que cruzó el espacio aéreo en marzo apagó su transponder (un sistema del avión que establece una comunicación electrónica entre el equipo a bordo de la aeronave y la estación en tierra) y por ese motivo no pudo ser seguido por los radares civiles convencionales. Pero sí lo detectaron los radares tridimensionales de la FAU que sí pueden detectar a un avión sin transponder.
La compra de estos radares comenzó a ser negociada a mediados del gobierno del ex presidente Tabaré Vázquez. Cuando se anunció la compra del equipamiento hubo una gran polémica política por su costo -de unos US$ 25 millones- y la demora en su instalación.
Los radares de la FAU fueron provistos por la empresa de tecnología Indra, de España, cuyos técnicos estuvieron hasta hace poco en Uruguay asesorando sobre su operación. La compra incluyó dos sistemas de radar primario tridimensional, uno fijo y otro móvil, así como sus correspondientes sistemas de radar secundario. La empresa española implantó sistemas de comunicaciones tierra/aire, que enlazan con las aeronaves, y tierra/tierra, que conectan los sistemas radar con el centro de control aéreo.
Si no estaban en maniobras, los Pucará no llegaban a tiempo
El martes 23 de marzo quedará en los anales de la Fuerza Aérea como el día en que por primera vez se disparó el sistema de vigilancia aérea de los nuevos radares tridimensionales. Un pequeño avión RU-9, biplaza, monomotor, de matrícula brasileña, ingresó a territorio uruguayo desde San Fernando, provincia de Buenos Aires, con destino a Florianópolis, Brasil.
Luego de combinar con Buenos Aires su plan de vuelo, se desvió al sur y apagó sus sistemas resultando imposible de identificar para los radares civiles.
En ese momento, en la base de Santa Bernardina, Durazno, dos Pucará se alistaban para cumplir un ejercicio de combate aéreo. El monomotor ingresó sin notarlo a una zona restringida al tránsito aéreo por el ejercicio militar. Los dos Pucará decolaron y persiguieron al biplaza que volaba a 7.500 pies (2.500 metros). Cuando le dieron alcance estaba a 50 millas de la frontera con Brasil. Pero entonces, el avión intruso ingresó en territorio brasileño y los Pucará lo dejaron. Allí encendió nuevamente sus aparatos y pudo ser rastreado por los controles civiles brasileños.
La FAU admite que la intercepción de la aeronave fue posible porque los Pucará estaban en orden de vuelo por su ejercicio, y decolaron en 15 minutos. "Si no, no podemos despegar en 15 minutos", admitió el oficial.
¿Por qué el avión apagó sus sistemas en el espacio aéreo nacional? Esa es una pregunta que los oficiales aún se hacen, y para la que no hallan respuestas. No se trató de un avión de narcos o contrabandista porque al desviar su ruta continuó volando a 2.500 metros de altura, y desde allí no se puede arrojar nada a tierra.
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