Asdrúal Herrera crece entre dos y cuatro centímetros por trimestre y eso lo tiene al borde de la locura. En su casa nadie parece aguantarlo porque manda todo al 'carajo' cuando se observa en el espejo y confirma cómo su cuerpo crece desmesuradamente sin que nadie pueda ayudarlo.
Los golpes en la cabeza y el cuello ha sido imposible contarlos porque son diarios y el colombiano no sabe qué hacer. Montarse en colectivos, taxis o busetas se ha convertido en un calvario porque debe agacharse excesivamente. En las discotecas no lo reciben porque su altura intimida.
Agobiado por su cuerpo, no tuvo otro remedio que movilizarse a pie. Sin embargo, en las calles de Bucaramanga, donde reside, todos lo miran como un 'bicho' raro porque aunque no se crea sus zapatos son talla 50 y los encarga a Estados Unidos y su ropa, confeccionada por una familiar, es talla XXXL.
El colombiano es quizás el hombre más alto en el país. Su medida alcanza los 2,28 metros de altura y los médicos deben ubicarse en bancas metálicas para poder examinarlo. En los hospitales a donde asiste le unen dos camillas para que pueda descansar porque de lo contrario sería casi imposible.
Aunque no sufre de una enfermedad mortal, los médicos especialistas le confirmaron Gigantismo, un mal no muy común que genera el crecimiento desmesurado en especial de brazos y piernas causado por la glándula hipófisis.
Desde que le dieron la noticia casi no come, pelea solo y descarga su ira en su hermano y su madre, una mujer tres veces más pequeña que él, quien sólo le pide paciencia y orarle a Dios.
Sin embargo, esto no parece servirle porque cada vez crece más. Por la puerta de su casa casi no cabe. Cuando llega debe esforzarse para penetrar la residencia, sufre cuando ingresa al baño y para dormir es todo un problema porque tienen que acomodarle dos camas u ocasionalmente pasar la noche tendido en el suelo. Sus riñones ya comenzaron afectarlo.
Asdrúal asistió a clases hasta tercero de primaria cuando sobrepasaba la altura de los docentes y sus compañeros se burlaban de su ropa. En esa época aparecieron los síntomas de la enfermedad (vómito y dolor de cabeza), y tuvo obligadamente que marcharse para su casa.
"Mis amigos me aconsejaban que me metiera a un equipo de baloncesto por mi altura. Yo no lo pensé dos veces y lo hice, era en dos escuelas muy reconocidas en el país pero me sacaron al poco tiempo porque me cansaba muy rápido. Es más no podía ni correr porque me pesa la espalda", dijo a ELMUNDO.es.
Para el colmo ni en los mismos trabajos lo soportan. Hace escasamente dos meses ingresó en un taller de zapatería y corrió con mala suerte. Al levantarse de una silla golpeó su cabeza con el ventilador del techo, se le vino encima y tuvo que pagarlo. Como no tenía dinero lo despidieron.
Javier Contreras, médico especialista en neurología en Colombia, dijo que el 15% de las personas que son operadas de las glándulas para evitar el crecimiento no logran detener el crecimiento. Y advirtió que este chico puede alcanzar los 3 metros de altura, una medida que Asdrúal parece no aguantar.
Después de recorrer medio país en busca de ayuda de especialistas en medicina optó por viajar a La Habana, Cuba. Por Internet le informaron de que era el país donde los médicos tenían la cura perfecta para el mal.
Sin embargo, tiene que 'tragarse' la ilusión porque no tiene dinero. Espera quién lo patrocine.
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