La trabajadora cuenta cómo ese día tuvo que compartir turno de mañana con otro compañero, que a las 12 de la mañana, a los dos minutos de estar en el servicio, la deja sola para ir a comprar "unas botellitas de vino y licores a Mercadona". Tras regresar oliendo a alcohol, el hombre le espeta, cuando ella le reprocha su actitud: "Relájate, y ahora te tomas unos vinos".
Eso no fue lo peor que tuvo que vivir la funcionaria. "Salgo, y a mi vuelta me encuentro la dependencia de la cocina sin funcionario, con la puerta abierta y con las llaves por encima de la mesa (incluida la llave que abre las celdas y portones de todo el centro). Encuentro al funcionario con dos internas y otra funcionaria fumando y brindando con vino y vermú".
Cuando esta trabajadora se queja al jefe de servicios, este le dice que siente mucho haberla puesto allí, pero "que como sabía que [el otro funcionario] se iba a emborrachar, tenía que mandar a una funcionaria responsable como yo".
Y continúa: "Le insto al jefe de servicios a que 'si él no echa de allí a las internas que están bebiendo alcohol con el funcionario Alejandro, me asigne a otro servicio' y él me contesta: 'Sí, ahora voy; está mal dar alcohol a las internas; como mucho, un bombón y mucho amor", cuenta la funcionaria en el parte.
Las correrías de El Porcuánto y El Trajes
"Mi padre me llamó esta mañana alarmado y me preguntó: '¿No estarás tú implicado en esto?'. Lo peor es que estas cosas eran vox populi", cuenta un funcionario de la cárcel de Alcalá de Henares. Según su testimonio, desde hace dos años, no son extraños en los pabellones de la prisión madrileña los favores sexuales a cambio de algunos favores.
"A raíz de la unificación de escalas (en la que se hicieron equipos mixtos) algunos funcionarios pidieron el traslado, unos porque las cárceles de mujeres son más tranquilas, y otros para aprovecharse, para follar; lo decían abiertamente. Venían con esa intención descarada. Hay algunos funcionarios que tienen una mentalidad como de derecho de pernada. Pero sí, hay que dejar claro que son una minoría, en este caso serán, sí, el número del que se ha hablado, unos 14, y en total somos más de 300. Son una minoría".
Este trabajador, que no quiere revelar su nombre por posibles represalias, asegura que la situación "se fue de madre, y que el director lo sabía". "¡Por eso le han destituido!", enfatiza, y por eso, según su opinión, comenzaron las inspecciones por algunos hechos más graves que se han venido produciendo desde Nochevieja. "Era un rumor, hay ciertas cosas que... que un tío se meta con una interna en un sitio y estén allí un buen rato... eso no está bien o que dos se pongan de acuerdo para llevar a una reclusa a una determinada estancia o que un funcionario pasee por el patio con las internas... eso canta".
El trabajador señala también que se han requisado teléfonos móviles en algunas celdas (estos dispositivos están prohibidos en la cárcel), facilitados a cambio de "pequeños" favores de las internas. "Esos 14 de los que se ha hablado, yo creo que es la cifra justa. La mayoría de los implicados son funcionarios genéricos, pero también hay educadores y coordinadores de servicio, un cuerpo intermedio encargado de talleres de formación o de labores de educador de módulo", explica.
Según su testimonio, "la mayoría de las relaciones" entre los funcionarios presuntamente implicados y las reclusas "se basaban en una relación de tú me das yo te doy, porque en la cárcel pequeños favores pueden ser extraordinariamente importantes". Estos podían consistir en facilitarles la comunicación con sus familias, la agilización de permisos, teléfonos móviles.... son mil cosas, era como una forma de prostitución".
Chicas extranjeras y muy guapas
"No sé cuántas chicas pueden estar implicadas. Sólo hay un caso de una que denunció abusos, pero fue hace cuatro o cinco años, y el caso está en los juzgados. La inmensa mayoría eran extranjeras. Chicas muy guapas, a las que algunos compañeros acusaban de provocarles. Ellos justificaban sus actos con la teoría del amor libre, y en muchos casos las despreciaban diciendo que a ellas qué más les daba un polvo más".
Uno de los suspendidos, El Trajes, que llegó a la cárcel en octubre pasado, tenía claro cuál era su objetivo en el centro penitenciario, según este funcionario. "No había orgías, salvo una noche de hace tres domingos. Todos veíamos que El Trajes la iba a cagar. Abrió la celda a dos reclusas por la noche; en el cambio de turno otro compañero se encontró las celdas abiertas; él dijo que las había dejado salir porque una de ellas estaba mareada y la otra presa le ayudó". "Hizo una fiesta a lo Torrente; puso música en la tele, les dio alcohol... Inmediatamente fue suspendido. Un funcionario que estaba esa noche de guardia le reprendió y le dijo que era un pringado".
Este funcionario cuenta que la inspección penitenciaria acudió al centro en esa ocasión y tras conocerse el caso denunciado por la funcionaria en enero. "Después de estos dos casos, supongo que se dieron cuenta de que aquí había mucha mierda. Han sido muy permisivos, y esto ha ido aumentando", indica.
-¿Y los compañeros no denunciaron lo que estaba ocurriendo?
-"Sí, las funcionarias han tenido broncas con ellos. Muchas veces lo intentaban antes con las compañeras, y si no colaba, se iban a las reclusas. Hace poco un funcionario se peleó con otro que le reprochó su actitud por estos temas. Llegaron a las manos. Le llamaban El Porcuánto, porque cada vez que una reclusa le pedía algo él siempre contestaba "¿por cuánto?".
Los contactos consentidos por las reclusas se llevaban a cabo en la prisión ("En las cárceles hay muchos recovecos"), sobre todo durante el día, o cuando las internas salían de permiso. "Por ejemplo, aprovechaban cuando ellas iban a limpiar los cuartos de vis a vis, o un cuarto de comunicaciones que era conocido como "el confesionario". Otro clásico, señala el funcionario, es el almacén. "Los de la cocina hablaban de bajadas sospechosas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario