- Palma de Mallorca. Al salir el libro a la calle terminó ayer el largo y húmedo invierno en Mallorca, Ibiza y Formentera, pero en Menorca llovió. La venta de libros aumentó respecto al año pasado y la compra de rosas, sin aún ser masiva, ya es tradición. Los niños y las autoridades dominaron la fiesta en el centro de Palma, motivo y escenario de la memoria de la figura local, José Carlos Llop, que destacó con su libro En la ciudad sumergida. En los antípodas, otra novedad palmesana, la del infatigable Miquel Ferrà que narra Els anys de la fam, biografía y leyendas urbanas del estraperlo. La atención estuvo también sobre tres novelistas insulares arraigados fuera de Palma: Sebastià Alzamora con El miracle de Llucmajor, Llúcia Ramis con Egosurfing y Joan Pons con La casa de gel. En Ibiza encajaron bien los libros de fotografía y cocina.
- Tarragona. Tarragona abusó ayer de Sant Jordi como terapia para combatir todos los males. Cualquier excusa valió para echarse a la calle en día lluvioso y disfrutar del ambiente único de la jornada. La participación fue masiva: en el centro urbano cabía algún alfiler, pero poco más. La avalancha de paseantes se tradujo en un buen ritmo en la venta de libros. "Esperábamos un ligero bajón, pero me huelo que venderemos igual o más que el año pasado", señaló a media tarde el presidente del gremio de libreros de Tarragona, Josep Rovira. La evolución de los libros más vendidos acabó cobrando un marcado acento local. El somni de Tarraco, de Xulio Ricardo Trigo; Les Bruixes d'Arnes, de David Martí, y Cementiri nuclear, de Anton Dorca, sonaron como las revelaciones más inesperadas de la jornada.
- Girona. El día amaneció lloviendo en Girona y así anduvo hasta las seis de la tarde. Los vendedores de los cerca de 40 puestos de libros y rosas tuvieron que apañarse con sombrillas y plásticos. "Nos ha hecho mucho daño", reconoció Guillem Terribas, de la Llibreria 22. Pero fue escampar y la gente echarse a la calle. A las seis era imposible pararse a mirar un libro sin notar el codo, el aliento y el bolso de la vecina. Los autores gerundenses gozaron también de popularidad. Y algunos se lo ganaron a pulso, como el abogado penalista Carles Monguilod, que se pasó el día firmando y dibujando rosas en los ejemplares de su primer libro, Vint-i-cinc anys i un dia, en el que relata su experiencia como letrado. La terra blanca, de Xavier Cortadellas; L'amor secret del rei En Jaume, de Assumpció Cantalozella, y L'elegància del número zero, de Lluís Muntada, también tuvieron éxito.
- Lleida. La fiesta de Sant Jordi empezó en Lleida con muchos nubarrones amenazantes en el cielo, pero la lluvia sólo hizo acto de presencia a última hora de la tarde cuando los habituales vendedores de libros y rosas ya habían hecho las ventas más importantes. Miles de personas se concentraron durante todo el día frente a las decenas de tenderetes distribuidos principalmente por el eje comercial de la ciudad. Un año más, los libros más vendidos en las librerías de Lleida fueron los de autores locales, entre los que destacan Lo nou diccionario lleidatà-català, de David Prenafeta, Ferran Montardit y Robert Masip, que recoge palabras y expresiones genuinas de las comarcas leridanas; La dona que fugia de la boira, de Albert Llimós, finalista del último premio Sant Jordi de novela; El secret de la roca Sobirana, de Ramon Arnó, y Poesies de Màrius Torres.
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