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miércoles, 28 de abril de 2010

'El barrio vive con miedo, pero no a los inmigrantes, sino a los del PP'

"En este barrio siempre hay faena, aunque no venga la tele". Quien habla es Diego Justicia, uno de los hombres que mejor conoce Sant Roc, uno de los barrios de Badalona en los que el PP ha arañado votos con su discurso rudo contra los inmigrantes. Es el presidente de la asociación de vecinos de una zona donde más de un tercio de la población es recién llegada y uno de los hombres de confianza del Ayuntamiento. Incluso ha sufrido en carne propia las represalias no escritas del código de los intocables del distrito del sur de la ciudad catalana, los que instalaron décadas atrás un mercado de la droga que aún no se ha logrado erradicar. Una mañana, Justicia se encontró con el coche quemado. Está convencido de que los que cometen esos delitos han nacido en la ciudad: "Este es un barrio con miedo, pero no por los inmigrantes, sino por los de casa, que abusan y amenazan con vengarse".

Deja claro que los problemas endémicos que arrastra uno de los distritos más empobrecidos del área metropolitana de Barcelona no es culpa de los extranjeros que se han asentado en la zona, como el PP sostiene y se comenta en la calle. "El 90% de los que encienden hogueras y montan un picnic en plena calle son los de aquí, los que han vivido toda la vida en Sant Roc", responde Justicia con enojo, que califica el panfleto de Xavier García Albiol de "demagógico" y lo reduce a "una estrategia electoral" para apuntalar el crecimiento que experimentó en las municipales de 2007.

Según los datos que maneja el Ayuntamiento de Badalona, antes de 2007 había unos 500 rumanos de etnia gitana en el arrabal más castigado por la marginalidad en el municipio; ahora apenas llegan a los 170 empadronados, muy por debajo de la notable comunidad paquistaní (que se aproxima a las 5.000 personas) o la sudamericana.

Dejando de lado los que han caído en el paro, buena parte de los vecinos de Sant Roc trampean con pensiones, subsidios o con lo que logran sacar con pequeños trabajos. En los últimos meses, se han disparado los impagos de la cuota de la comunidad. La asociación de vecinos contabiliza unas 2.000 denuncias, que se reparten entre paquistaníes y autóctonos. Los rumanos no aparecen en las estadísticas de los morosos. Tampoco destacan entre los padres que se niegan a escolarizar a sus hijos, como Albiol apuntó el lunes en una entrevista radiofónica. "Los datos son similares a los de otras nacionalidades", rebate Justicia.

"Es cierto que hay que trabajar con los gitanos rumanos, porque hacen ruido y se pelean, pero nada diferente a lo que pasa con los autóctonos", apunta, convencido de que la convivencia es probable: "En mi piso viven unas 15 personas, dicen que quieren trabajar, pero no encuentran empleo y ahora hay más que se dedican a recoger chatarra". El líder vecinal habla a menudo con los extranjeros a los que los populares responsabilizan de cometer delitos: "Ven que otros salen a la calle de madrugada a tocar la guitarra y a montar jaleo y a ellos, cuando montan fiesta con el acordeón, se lo impiden. La única respuesta que les doy es que la minoría se lleva la peor parte".

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