En la enseñanza pública, por ahora, las necesidades superan las respuestas que puede dar el sistema. A veces estas situaciones devienen en conflictos puntuales, como el que paralizó el inicio de clases en el liceo de Playa Pascual.
La lista de reclamos es larga: seis salones de clases y equipamiento, dos laboratorios, ampliación de sala de profesores, reconstrucción de la rampa de acceso, baño para los docentes, salón polivalente y equipamiento, un lugar para la biblioteca, personal administrativo, tres adscriptos, dos ayudantes de laboratorio, bachillerato nocturno, entre otros.
En Ciudad del Plata la prioridad era el liceo de Delta del Tigre que se inauguró el año pasado en una casa alquilada, ahora hay que construir uno nuevo. También era impostergable disponer de algunos salones más, en Playa Pascual, para este año.
El 22 de diciembre, la directora general Alex Mazzei pidió a la dirección de Codicen (responsable Cra. Laura Cayon) "tres aulas prefabricadas" y para algunas reparaciones menores (si falta alguna baldosa por ejemplo) los directores tienen recursos que se transfieren puntualmente.
Pero las aulas "estarían" instaladas recién la semana próxima.
"Todos los problemas no tienen solución al mismo tiempo" señalan las autoridades.
Respecto a lo más urgente, se toman las decisiones y si no se ejecutan, el problema estalla al inicio de las clases. Más de 600 alumnos (además de sus familias) quedan rehenes de la situación.
Las carencias son reales, pero autoridades y padres se preguntan qué cuota de responsabilidad tienen algunos mandos medios, directores incluidos, en la lentitud con la que se resuelven cosas para las que están los recursos y se tomaron las decisiones con tiempo suficiente.
Para que el sistema funcione con eficiencia, es necesario el compromiso de todos, a todos los niveles.
Más de una fuente, consultada por LA REPUBLICA, reconoce esto como uno de los problemas para los que no se ha encontrado solución.
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