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miércoles, 3 de febrero de 2010

La chica de los senos gigantes, a quirófano


Los exagerados senos de Yesica Johana Mejía tienen los días contados. La joven de 16 años los mira con extrañeza, frota sus manos sobre ellas e insiste con precisión que no duda en pasar por el quirófano en cinco días, el mismo tiempo en que quedará atrás el complejo que la carcome desde hace un año cuando sus pechos comenzaron a crecer desproporcionadamente.

Camina por las polvorientas calles del Darío Echandía, barrio de Neiva. Agarrada a su madre, Silvia Puentes, cruza en medio de la mirada penetrante de decenas de hombres que la observan con morbo y hasta la provocan vulgarmente. "Chao tetota", gritan sin piedad, mientras ella seca con la yema de sus dedos las escasas lágrimas que aún se deslizan sobre sus mejillas.

A Yesica parece no importarle mucho. En contados minutos acudirá a una consulta médica en el Hospital Hernando Moncaleano de Neiva, donde Alberto Trespalacios, uno de los mejores cirujanos plásticos de Colombia se pelea por operar sus protuberantes senos cuya talla no soporta un sujetador normal.

"Me dijeron que una señora me los podía confeccionar pero resultó ser falso. Me explicó que mi hija era talla 50 y la única opción era pegar retazos y acomodarlo en sus pechos", narra su madre, mientras le acomoda el seno derecho que parece ser más grande que el izquierdo.

"Es horrible, me he pegado unas lloradas... Hay días en que le amanecen las 'puchas' más grandes, parece que les echaran aire. Ayer le crecieron más, uno se da cuenta así no más", explica con una cara de preocupación evidente la progenitora, quien contrario a la hija tiene un busco pequeño.

Prometí que volvería con los senos más pequeños

Y es que este lunes la joven comienza los estudios de último grado en el colegio, lo que le permitirá convertirse en bachiller y después en una música experta en clarinete, su instrumento preferido. Sin embargo, por ahora le desvela volver a pisar las puertas de su institución educativa."Les prometí a mis amigas que volvería con mis senos más pequeños, les dije que les taparía la boca para que no se burlaran más de mí, pero no será así".

También, la medida de sus uniformes le inquietan. "No puedo irme con el vestido de diario, me toca con el de deporte: una sudadera verde y una camiseta blanca. Los profesores me regañaban al comienzo, pero después entendieron mi enfermedad", comenta Yesica, mientras enciende una veladora a la Virgen de Guadalupe, cuya imagen construida en yeso ilumina la vivienda cuando cae la oscuridad.

"Le rezo mucho, le prendo el mecho (veladora en Colombia), y oro por mi salud. Aunque siento un alivio, me da temor por mi vida. En esa operación puedo morir. Toca ir a misa".

Todo listo para la cirugía

En la mesa del comedor de la casa de los Mejía Puentes está lista la ropa de la cirugía. Dos pijamas e igual número de brasieres quirúrgicos hacen fila para salir de la residencia.

"Me costaron 100 mil pesos", que vienen a ser algo más de 50 dólares. La cifra es alta para una mujer que se gana la vida como aseadora y un padre que trabaja saldando pedazos de hierro y cuyos sueldos no superan el salario mínimo en Colombia (586 mil pesos, 295 dólares).

EL MUNDO.es contactó con Alberto Trespalacios, cirujano estético y reconstructivo, mientras coordinaba la operación que se tornará riesgosa, difícil y demorada (tardará cuatro horas).

"Presenta un cuadro de hipertrofia mamaria virginal, hay un trastorno hormonal, es un caso bastante llamativo por la edad de la paciente", dijo el especialista quien tomó la decisión de ordenar dos equipos quirúrgicos para evitar complicaciones y riesgos de Yesica.

"Vamos hacer una mamoplastia de reducción con una técnica que permita por la edad de la paciente, que el seno no pierda sensibilidad, quede funcional y que mantenga la lactancia en caso que decida tener hijos."

"Realizaremos una incisión horizontal y una vertical por debajo del pezón y una alrededor de la areola para retirar el tejido mamario y hacerle después una cirugía estética donde le dejemos unos senos acordes a la edad de la paciente porque han caído hasta el ombligo", explica Palacios, quien insiste en coordinar los detalles de la intervención, mientras Yesica recibe con humildad la ropa acorde a su nueva talla después de operada.

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