Fernando Bruquetas de Castro se cuela en el 'backstage' de la Historia de España. Allí, lejos de los focos y bajo el cobijo de las sombras se han sellado toda suerte de pactos con besos y caricias. El sexo ha sido durante siglos la moneda de cambio
con las que se han formalizado muchas alianzas estratégicas en las
altas esferas como lo refleja el historiador en su libro 'El sexo y los
políticos'.
Su explícito y escueto título puede inducir a varios errores. El
primero de ellos sería pensar que se trata de una morbosa gacetilla en
un tono cercano al de un 'Sálvame' cualquiera y el segundo asumir que su
contenido se limita a relatar los comportamientos sexuales de una casta
en horas bajas. En realidad, la obra de Bruquetas, es un tratado
histórico en el que las relaciones personales sirven de pretexto para
explicar el desarrollo de determinados acontecimientos históricos desde
una perspectiva más cercana a la que ofrecen los libros de texto.
La debilidad
"En la actualidad, el Rey puede hacer de su capa un sayo,
pero la vida personal de sus predecesores condicionaba la vida política
del país. Esto se ve muy claro con Isabel II, cuyos amantes en seguida
se ponían de moda y cobraban relevancia política", explica el
historiador. La reina contrajo matrimonio con Fernando de Asís en 1846,
pero tal como recoge Bruquetas en su libro éste sentía poco o ningún
interés por las mujeres. Isabel II, lejos de renunciar a satisfacer sus apetencias sexuales, fue coleccionado amantes
por los que se dejaba asesorar y a los que encumbraba. Entre ellos
destacan figuras como el general Serrano, que acabaría convirtiéndose en
regidor del reino, y el marqués de Bedmar, que animó a la reina a
deshacerse de Narváez, que entonces llevaba las riendas de la nación.
El discreto Emilio Castelar
Su hijo Alfonso XII -después de que su verdadero amor falleciera- y
su nieto Alfonso XIII también se entregaron con ansía a la pasión
fortuita. Parecería que en el caso de la monarquía se cumpliera aquello
de 'de aquellos polvos, estos lodos'. "El comportamiento lascivo está en los genes.
Como todos saben, en las monarquías hay mucha endogamia y es lógico que
un monarca se parezca a otro anterior", explica el historiador.
La perspectiva del tiempo transforman sucesos verdaderamente
escandalosos se vuelvan cándidos e inocentes; pero otros se amplifican
con el transcurrir de los años o resultan igual de obscenos y escabrosos
que cuando sucedieron en su momento.
Otro personaje clave en la historia de España, Emilio Castelar,
presidente de la I República, que fue más discreto que los anteriores
con sus corredurías, tanto entre los periodistas de la época se le
conocía como la 'doña Inés del Tenorio'. Nunca se conoció la identidad
de sus amantes -hombres, presuntamente-, pero se ausentaba a menudo de sus obligaciones en el Congreso o en el Senado para entregarse al placer.
Bruquetas nadó durante dos años en un mar de información para poder
elaborar con exactitud y fidelidad estos peculiares perfiles históricos.
"Consulté la prensa de la época, recortes, libros... y cuando ya lo
había leído todo indagué en Internet en busca de cualquier historia
nueva".
'Paca, la culona'

Precisamente, una de las cosas que más sorprendió al catedrático de
la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se refiere al Caudillo. "Me
sorprendió mucho descubrir que alguien como Queipo de Llano -teniente
general clave en el Guerra Civil- pudiera referirse a Franco como 'Paca,
la culona'".
Felipe González, cuando aspiraba a la presidencia. | Germán Gallego
Si en la mayoría de las historias recopiladas por Buquetas se resalta
cómo los mandatarios acaban sucumbiendo a sus pasiones, el apartado
dedicado al dictador se define por la ausencia de las mismas. Al
parecer, Franco no sentía demasiado interés por el sexo. "Un hombre que dormía con la mano de Santa Teresa a su lado, ni tenía ni podía tener pasión. Era un hombre frío y distante que se sentía un poco mesiánico".
Nada que ver con los encargados de reestablecer el estado democrático
a su muerte. "A partir de la Transición, 'el cuerno' estuvo mejor
visto. En el apartado dedicado a los políticos de la Transición hay una
especial mención a Felipe González y Alfonso Guerra,
'el gitano' y 'el canijo'. Bruquetas cuenta que en aquellos primeros
años de la democracia se instauró en el parlamento "un todo vale" como
respuesta a la represión vivida.
"Alfonso Guerra tenía mujer y conocidas amantes, pero esto nunca se
utilizó en su contra porque contaba con la complicidad de los
periodistas", mantiene el autor. "Los cuernos institucionales comenzaron a entenderse e incluso a verse bien en ciertos sectores del poder".
Aunque concentrada en las últimas páginas del libro, también hay
lugar para la historia reciente. Bruquetas se refiere al programa
'Salvados' de La Sexta, en el que Peces-Barba aseguraba que el Rey Juan
Carlos le pidió que intercediera ante su hijo para que abandonase a Eva Sannum. "Me extraño muchísimo que compartiera eso, no era propio de él".
Sin embargo, Bruquetas prefiere no ahondar más en los (posibles) devaneos amorosos de la actual familia real. "El príncipe no ha tenido todavía un papel relevante en la política del país.
Adentrarse en su vida sentimiental sería más propio para un reportaje
del '¡Hola!' que para un libro con referencias históricas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario