Los 150 adolescentes de 17 y 18 años que estudian en Madrid el Bachillerato de Excelencia
(un proyecto piloto impulsado por la expresidenta Esperanza Aguirre
para estudiantes con una nota media mínima de 8) tienen una
recomendación especial estas Navidades: “Aparcar todo lo relacionado con
el amor”. El director del centro público, Horacio Silvestre, incluye
este consejo en una felicitación enviada a las familias. Silvestre,
catedrático de Latín, mandó un correo a los padres de sus alumnos el 18
de diciembre en su nombre y en el del personal del instituto San Mateo.
En su carta les pide que ayuden a sus hijos a centrarse en el trabajo y
añade que, aunque no quiere ocasionar “nada parecido a la historia de
Romeo y Julieta”, los estudiantes tienen que entender “la cantidad de
tiempo y de concentración que se emplea en eso”.
El director del Bachillerato de Excelencia, una iniciativa que
arrancó en Madrid de forma pionera el curso pasado, añade otras
recomendaciones, como que las familias insistan en que sus hijos
abandonen “radicalmente” cualquier “distracción perniciosa que
represente un obstáculo”, como perder el tiempo en Internet o las redes
sociales. “Son muy pequeños y no tienen madurez para conseguir controlar
ese tipo de cosas”, añade Silvestre, que ayer declinó hacer
declaraciones a este periódico alegando que se trataba de un correo
privado.
“Esas opiniones sobran, un director solo debería dar instrucciones
académicas”, señala el padre de una de las alumnas del centro, que pide
anonimato. El progenitor destaca que los alumnos “están encantados, en
un clima formidable y aprovechan mucho el curso”. Su hija y el resto de
compañeros se sorprendieron con las recomendaciones de Silvestre, que
fue elegido para el cargo directamente por la Comunidad de Madrid, sin
un proceso de selección abierto a personas externas a la Administración
como ocurre en el resto de casos.
“¿Cómo puedes hablar como si fueran niños a alumnos de 17 y 18 años
con sobresalientes?”, se pregunta este padre, que también le reprocha
que recomendara a los estudiantes que no secunden huelgas ni protestas.
La nota media de los cuatro cursos, en las ramas literaria y
científica, es de notable. Este año no se han producido bajas. Durante
el primer curso dos estudiantes abandonaran por no poder mantener el
nivel. La Comunidad de Madrid quiere expandir el modelo implantando
aulas de excelencia en todos los institutos que lo soliciten.
“No pueden pretender meter a esos niños dentro de una campana de
cristal, eso no es excelencia”, considera José Antonio Martínez,
presidente de la federación nacional de directores de instituto.
Martínez no recuerda ninguna manifestación similar en sus casi 30 años
de experiencia. Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de
la Complutense, cree que un responsable educativo “no puede entrar en la
vida privada de sus estudiantes”. Las palabras de Silvestre le parecen
“una invitación a la enseñanza diferenciada”. El anterior Ministerio de
Educación, con Ángel Gabilondo (PSOE) a la cabeza, consideró
“segregador” el modelo madrileño cuando fue implantado por ser
“contrario al principio básico de socialización en las aulas”.
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