Cataluña celebró sus últimas elecciones autonómicas el 28 de noviembre de 2010 y probablemente volverá a acudir a las urnas justo dos años después. El presidente Artur Mas no quiso este jueves en Madrid adelantar su hoja de ruta por razones institucionales
y porque la próxima semana se celebrará en el Parlamento catalán el
debate anual de política general. Todo apunta a que piensa en el 25 de
noviembre y a que anunciará la fecha el martes o el miércoles, según
fuentes de CiU. En el calendario que se baraja, el decreto de disolución
de la cámara y de la convocatoria se publicaría en el Diari Oficial de la Generalitat (DOG)
el día 3, para que, transcurridos los 54 días exactos que marca la ley,
las elecciones sean el 25 de noviembre. Aunque otras fuentes de CiU apuntan a que podría fijar la fecha de las elecciones para primavera.
La discusión en el Parlamento autónomo será un preludio de lo que
sucederá en la campaña electoral: si Cataluña debe o no apostar por la
vía secesionista. “Es el momento de hacer un debate reflexivo y
constructivo. Y yo tengo que aportar soluciones”, se limitó a decir Mas,
sin dar más detalles de los planes que tiene en mente. Fuentes del
Gobierno catalán sostienen, no sin cierta ironía, que la Generalitat
carece de recursos y que tiene poco poder, pero que al menos le queda la
potestad de controlar los tempos. Previsiblemente, Mas defenderá en su
discurso la necesidad de que Cataluña disponga de herramientas de Estado
y obligará a todas las fuerzas políticas, incluida la suya, CiU, a
posicionarse.
De hecho, en
su discurso de investidura de 2010 ya señaló que Cataluña había
iniciado un proceso de transición nacional envuelto en cierta
ambigüedad. Y en esa ruta fijó el pacto fiscal,
la apuesta estrella de su programa electoral, inspirada en el concierto
económico vasco. Mas siempre defendió esa propuesta porque entonces, a
diferencia de la idea de la independencia, gozaba —y goza— de un apoyo
mayoritario de la población. El Centro de Estudios de Opinión (CEO) calcula ese apoyo en un 80%. La apuesta tenía un riesgo, porque podía quedar en papel mojado si Mariano Rajoy
ganaba las elecciones de 2011 por mayoría absoluta, como así sucedió.
Aun así, el Ejecutivo catalán no se resignó a tirar la idea por la borda
y logró el pasado julio que fuera aprobada con los votos de CiU,
Esquerra y los ecosocialistas de Iniciativa y Joan Laporta. En total, 83
diputados sobre 135. Solo votaron en contra el PP (18 escaños),
Ciutadans (3) y Solidaritat (3), vaticinando que no serviría de nada.
Los socialistas (28 escaños) refrendaron el texto a medias, pero
rechazaron el núcleo de la apuesta: tener la llave de la caja.
Mas regresó de Madrid con el certificado de defunción de su pacto fiscal y fue aclamado como un héroe por cientos de independentistas que se concentraron en la plaza de Sant Jaume.
Pese al fracaso de su apuesta, ha conseguido que el debate político
gire en torno a ella y abrir escenarios impensables hace dos meses. El
debate, además, vivísimo en la calle, ha sepultado todas las críticas
contra sus draconianos recortes en aplicación de forma estricta de la
austeridad. Y hasta ha eclipsado el rescate urgente de 5.023 millones solicitado al Gobierno de Rajoy.
La inesperada ola independentista ha acelerado los tiempos,
posiblemente obligará a prorrogar los presupuestos y forzará a los
partidos a resituarse ideológicamente. Por ejemplo, Convergència apuesta
por un Estado propio y Unió es confederal. Los convergentes tienen
claro que Josep Antoni Duran Lleida no se apartará de su socio
mayoritario. Al fin y al cabo, en la campaña de 2010 apenas aludía al
pacto fiscal de Mas y ahora le entusiasma. Las elecciones se plantearán
como un plebiscito y, si Mas levanta cabeza, tiene un panorama
despejado. El tripartito de izquierdas dejó a los tres socios muy
tocados y aún no se han rehecho: Pere Navarro, primer secretario del
PSC, poco conocido entre la población, no tendrá tiempo de convocar
primarias. Y Esquerra se arriesga a que su electorado sea abducido por
CiU, seducido por Mas. Iniciativa es la única que ha resistido. Y el PP,
tras una etapa de protagonismo, vuelve a aparecer arrinconado. CiU ha
ganado de forma consecutiva tres elecciones (las autonómicas de 2010 y
las municipales y generales de 2011) y confía en poner la directa. Mas
dijo hace dos años que no quería convocar un referéndum porque intuía
que ganaría la opción de mantener la relación con el resto de España.
Decía que el momento se lo dictaría la ciudadanía. La luz verde fue la
Diada y la partida, de resultado incierto, está abierta.
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