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sábado, 4 de agosto de 2012

El caso Carromero : Una lección magistral de periodismo



Una lección u otra vez más el ladrón que grita “¡al ladrón, al ladrón!” señalando al conjunto de ciudadanos y ellos repiten “¡al ladrón, al ladrón!” señalándose a sí mismos.

El caso Carromero debería consagrarse obligatorio en las escuelas de periodismo en un país que no existe en nuestro mundo globalizado.

El desgraciado accidente del señor Carromero en Cuba copó, hasta la saciedad, unos días los informativos radiofónicos de la SER, RN, Cope, Ondas desde cero a cien etc., la prensa El País, La Razón, El Mundo, ABC…., las televisiones, en total hasta veinticinco, compitiendo en espacio con los mismísimos juegos olímpicos de Londres. En el automóvil viajaban dos activistas cubanos anti régimen cubano que fallecieron y dos activistas anti régimen cubano de la comunidad europea que resultaron ilesos.

El renombrado y desgraciado accidente dio pie a los 25 a entrevistar a la viuda de Payás y a todo quisqui opositor al régimen, viniese o no a cuento. Ninguno de los 25 lo hizo a la parte contraria, por pluralidad, para contrastar opiniones ni siquiera a uno solo de los posibles testigos del accidente, a un rebacheador de carreteras, a los vecinos, al mecánico más próximo, al conductor de la ambulancia, a los médicos que atendieron a los accidentados. Sólo se me ocurre un motivo y es que a los 25 medios de comunicación no les interesaba lo más mínimo los accidentados ni las circunstancias del accidente sino descubrir al culpable, al culpable máximo de haber atacado por la espalda al movimiento democrático.

Maestros de nuestro periodismo, desde sus púlpitos, reclamaban la repatriación inmediata del joven populista arrestado e impunidad para él. Impunidad, no Justicia e Igualdad (la justicia sin igualdad es impunidad y la impunidad es la justicia de los notables). Con sus voces profundas, sus plumillas brillantes, sus jetas reflexivas, esos maestros, descubriendo analogías con la guerra de Irak, veían similitudes entre un video en el que el protagonista Carromero exponía una versión distinta a la de los 25 y los videos de los malos contra los buenos de aquella ignominiosa guerra y parodiaban y descalificaban al periódico cubano Granma que daba la misma versión del conductor protagonista. En definitiva, para los 25 había sentencia y había culpable: FIDEL.

Como en las películas, después de mucho misterio se ha descubierto al culpable y la película acaba bien aunque quede algún fleco. No importa que en el coche hubiese un cuarto pasajero, testigo básico, libre, no inculpado en el accidente, de regreso en su país Suecia, Jens Arion Modig, al que ninguno de los 25 que nos hicieron ver oír y leer a los españoles y cubanos más virulentos opositores al régimen cubano han hecho una entrevista o no la han dado a la luz pública o no ha querido él concederla porque no quiere que se sepa nada que pueda perjudicar a su camarada en prisión provisional sin importar, por encima de todo, esas cosas que pregonan de verdad, democracia, justicia….

Ahí quedó la cosa, así se hace historia, así acabó la película para la mayoría de los ciudadanos, así se cerró el caso y vuelta a las medallas de bronce para España y de oro para la prensa.

De todas formas, yo, a título personal, me cuestiono si es menos democrática la exclusividad de uno que dice la verdad o la pluralidad de 25 que mienten al unísono.

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