La paloma intentó lo indecible para cumplir con su misión. Varias veces remontó el vuelo y otras tantas se estrelló contra el muro de la cárcel. Hasta que la peculiar y sacrificada insistencia del ave por superar la elevada pared, rematada con alambre de púas, llamó la atención de un ciudadano que alertó a la Policía. Durante unos minutos, los agentes desplazados hasta el lugar intentaron darle caza hasta que al final lograron "detenerla".
Bajo sus alas encontraron la explicación a su accidentado vuelo: alguien le había adherido un pequeño paquete con cuarenta gramos de marihuana y cinco de bazuco, una droga derivada de la cocaína y mucho más barata.
Su destino era alguno de los patios de la cárcel Modelo de Bucaramanga, capital de Santander, y la Policía piensa que no fue la única vez que la narco-paloma viajaba con sus dosis de estupefacientes. Calculan que cada día podía estar haciendo unos veinte vuelos hacia algún punto de la prisión. Pero en esta ocasión se les fue la mano y la cargaron con un peso excesivo.
Rastrear a los remitentes
Ahora la Policía pretende convencer al animal para que emprenda el trayecto de regreso, a fin de descubrir a las personas que realizan los envíos y capturarlos. El ave, que estaría cumpliendo el papel de mula o camello, nombres que se utilizan en Colombia o España para quienes transportan pequeñas cantidades de drogas, quedó bajo la custodia del grupo de Protección Ambiental y Ecológica.
En Colombia es habitual que delincuentes intenten todo tipo de artimañas para introducir drogas en los penales, puesto que muchos de los internos son consumidores. Los domingos, día de visita de las mujeres, las cientos de féminas que hacen largas filas para entrar a los centros penitenciarios con sus bolsas de comida, son sometidas a cacheos rigurosos pese a lo cual más de una mete alucinógenos.
Incluso en algunas prisiones les tienen prohibido ingresar en sus días de periodo porque los tampones o las compresas pueden contener drogas.
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