Más de un tercio de los neoyorquinos ha dejado de fumar desde el lanzamiento hace ahora nueve años de una agresiva campaña para reducir el consumo de tabaco entre la población, según ha anunciado el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg.
El número de adictos a la nicotina en Nueva York ha descendido un 35% (450.000 personas) desde el año 2003, cuando entró en vigor la primera ley que prohibió el consumo de tabaco en oficinas, bares y restaurantes. En la actualidad sólo fuma el 14% de la población, el nivel más bajo en la historia.
"El tabaco es la primera causa de muertes prematuras y evitables en Nueva York y, en general, en Estados Unidos, y estamos orgullosos de que un número récord de neoyorquinos están salvando sus vidas dejando el cigarrillo", ha indicado el alcalde, quien destacó que esta tendencia ayudará a prevenir 50.000 muertes prematuras de aquí a 2052.
Bloomberg atribuye este descenso a las leyes antitabaco adoptadas, incluyendo el encarecimiento de las cajetillas y a las campañas destinadas a informar de los riesgos para la salud que conllevan los cigarrillos. Pero no todo el mérito es de las autoridades. "Es el Departamento de Salud el que ha dado el impulso, pero es el público, el ciudadano de Nueva York el que realmente ha marcado la diferencia", declara Bloomberg.
El responsable del Departamento de Salud de Nueva York, Thomas Farley, destaca los progresos que se están haciendo para luchar contra el causante del mayor número de fallecimientos en la ciudad. No obstante, lamenta que este año aún morirán otros 7.000 neoyorquinos por culpa del tabaco.
Según los datos facilitados por el Ayuntamiento, el número de adolescentes fumadores en Nueva York ha caído de forma "drástica" desde 2001 a 2010 en una ciudad en la que sólo fuman el 7% de los chicos que acuden al instituto, frente al 18% que lo hacía nueve años antes.
Después de la primera ley antitabaco aprobada en 2003, Nueva York amplió en 2009 el veto al cigarrillo en las entradas de hospitales y centros médicos, y el pasado año prohibió fumar incluso en parques, playas, paseos, plazas y zonas peatonales.
Las medidas antitabaco de la Administración Bloomberg cuentan con el respaldo mayoritario de los neoyorquinos, aunque algunos colectivos de fumadores, como la asociación Clash, consideran que la legislación es excesiva. En la actualidad, los únicos lugares de la ciudad en los que está permitido fumar son las aceras, los aparcamientos y las casas particulares, aunque cada vez más propietarios de viviendas se lo prohíben a sus inquilinos.
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