En el mundo sigue habiendo ‘burbujas’. Una de ellas, la del whisky. El precio de esa bebida sube y sube sin parar. Y quienes empujan los precios son los únicos que tienen dinero: los emergentes. Hace tres años, la venta de botellas por 8.100 euros en Hong Kong era noticia y objeto de debate. Pero ahora una botella de Dalmore ha sido comprada por un anónimo ciudadano chino por 143.000 euros. Mejorando lo presente, tal y como se encarga de recordar Financial Times, que fue quien destapó la noticia, la destilería escocesa de Dalmore, que tiene casi dos siglos, es propiedad de una empresa de India desde 2007. Es, a fin de cuentas, un justo final: la destilería fue fundada en el siglo XIX por Alexander Matheson, que hizo una fortuna traficando en opio en Asia con la colaboración del Gobierno británico.
La botella, que fue comprada en Singapur, cuadruplica el precio de la botella de Dalmore más cara. Pero la ‘burbuja’ tiene otras caras. La mayor empresa de bebidas espirituosas del mundo, la británica Diageo (Smirnoff, Johnnie Walker, Cardhu, Baileys, Guinness y muchas más) está utilizando sus reservas de whisky como activos en su plan de pensiones. Esa bebida es un activo con mayor solidez que losproductos financieros al uso.
Así pues, por ahora, no está claro que los emergentes nos compren bonos (esta semana el ministro de Finanzas brasileño, Giuido Mantega, tendrá la ocasión de explicarlo en la Asamblea anual del FMI), pero al menos nos compran whisky. El problema es que el whisky se hace en Gran Bretaña, un país que está fuera del euro y a cuyo banco central, además, no le dan vahídos a la hora de comprar deuda pública, como a nuestro Bundesbank… perdón, quería decir BCE.
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