La lluvia torrencial inunda los sótanos y el viento arrastra con violencia el agua que desborda las aceras en Nueva York. Más de 50.000 personas se han quedado sin luz. El ojo del huracán se acerca y las autoridades ya han alertado del peligro de tornados.
'Irene' ha matado a al menos diez personas en los primeros estados afectados por accidentes de tráfico o golpeados por objetos voladores. Nueva York es ahora un espectro que sólo se parece a sí misma. Con el metro cerrado desde las doce de la mañana, la mayoría de las tiendas han optado por no abrir. No llegan trenes. Ni aviones. Ya se han cancelado más de 10.000 vuelos. Las calles nunca han estado tan vacías como esta noche. Ni siquiera después del 11-S, que sólo afectó directamente al sur de Manhattan y donde los neoyorquinos se echaron a la calle para consolarse. Esta noche están atrincherados con linternas, garrafas de agua y cinta adhesiva en las ventanas. La mayoría, ventanas metálicas en edificios de piedra y que sólo cierran regular.
Los apagones han dejado sin luz a más de dos millones de hogares sólo en Virginia y al menos a otros 500.000 en Maryland. En Nueva York, 100.000 personas se han quedado a oscuras, y 150.000 en Long Island. .
En Nueva Jersey, como medida de precaución se ha desconectado la central nuclear de Oyster Creek, de la que dependen unas 600.000 casas. Otras centrales han reducido su potencia y las eléctricas neoyorquinas ya han avisado de que pueden desconectar Wall Street esta mañana incluso aunque la red aguante la embestida. A más de dos millones de personas de Carolina del Norte a Massachusetts, se les ha forzado a dejar sus casas.
Los pronósticos dicen que el centro de 'Irene' se posará sobre Long Island al amanecer (en torno al mediodía en España) si bien su trayectoria es aún incierta. El peor escenario posible es que aterrice más cerca de la ciudad, al Oeste de Manhattan. El torbellino tiene un diámetro de 830 kilómetros y va cada vez más despacio. Eso supone vientos menos fuertes pero lluvias más fuertes durante más tiempo. Y más riesgo de inundaciones. El nivel del mar ha comenzado a subir.
Nueva York se quedará incomunicada y, probablemente, a oscuras. El metro seguirá cerrado probablemente durante días. Esto paraliza una isla como Manhattan, donde el 80% de los habitantes no tiene coche y una ciudad donde el transporte público mueve todos los días a ocho millones y medio de personas.
Bloomberg: 'Superaremos la tormenta'
"Todo el mundo debe estar dentro", dijo Michael Bloomberg. "Por favor, ya no salga", repitió en español el alcalde, en mangas de camisa y sin corbata. Poco político y muy práctico dio instrucciones claras: no se acerque a las ventanas, no baje a la entrada de su edificio. "Mañana por la mañana cuando os despertéis sean cuales sean las condiciones de vuestra casa, quedaos allí", dijo. «Nueva York es la mejor ciudad del mundo y superaremos la tormenta», concluyó el alcalde.
El norte de Manhattan ha recibido refugiados de Wall Street y las áreas costeras de Brooklyn. Muchos han optado por ir a apartamentos de amigos o familiares. "Es como una película de King Kong", decía John, un veinteañero que llevaba su bici en el metro antes del cierre, "imaginas una masa que va a llegar y se va a llevar todo por delante". Dos turistas británicas, en cambio, estaban encantadas con la animación. "Así vivimos la experiencia completa de Nueva York", bromeaban.
Y no eran las únicas ávidas de nuevas experiencias. La policía de Nueva York ha tenido que rescatar a dos personas que pretendían hacer kayak en condiciones extremas, cuando navegaban delante de Staten Island.
'El huracán dejará en tan sólo unas horas mil veces más lluvia que en agosto del año pasado'Steven di Martino, meteorólogo
Más de 370.000 estaban obligados a la evacuación y la baja ocupación de los refugios hacía temer lo peor. Los 91 "centros de evacuación", en realidad colegios con colchonetas y miles de latas de comida en el gimnasio, podían acoger a unas 70.000. Sólo unas 1.400 personas habían optado por esta opción y delante de las farmacias cerradas aún vagaban mendigos cuando la lluvia torrencial ya caía con fuerza.
Aun peor lo tenían los indigentes de la ciudad. Alguno se mantenía en su lugar de siempre, como el mendigo negro gritón del Duane Reade de la calle 102. Otros se agrupaban en la entrada de los cajeros automáticos. Como si nadie les hubiera explicado cómo ir al refugio más cercano, en el colegio Juana de Arco entre las avenidas de Amsterdam y Columbus.
A primera hora de la noche del sábado sólo alojaba a 10 personas. La mayoría, mendigos o personas sin hogar que acababan de cenar y se disponían a pasar la noche. "Aquí tenemos sitio para unas 100 personas", explicaba Sherry, una voluntaria con un chaleco fluorescente que vive unas calles más arriba. "Ustedes pueden quedarse si se sienten más cómodos y les podemos dar de cenar. Tenemos mucha comida", decía.
A la entrada del colegio había un pliego de normas que todos los residentes deben observar. Está prohibido fumar, beber y consumir drogas ilegales. Los adultos son responsables de sus niños y de sus animales y todos deben respetar un estricto toque de queda. "Por ahora no ha venido casi nadie", decía Sherry, "pero esperamos más cuando el huracán esté llegando a la ciudad".
Una ciudad inédita
Sobre las ocho de la tarde (madrugada en España), aún se veía algún taxista temerario. No los suficientes como para atender la demanda de los neoyorquinos que los requerían para moverse por una ciudad maniatada por el cierre del metro. Los McDonalds se disponían a cerrar. Pero seguía abierto el Subway entre las calles 93 y 94. "Es cosa del dueño, que nos ha obligado a abrir", explicaba uno de los empleados, "él vive aquí al lado, pero nosotros tendremos que volver en taxi a casa. Y mañana nos ha dicho que vengamos".
Algunos han preferido irse de la ciudad y esquivar una ciudad sin metro, sin trenes, sin aviones y sin tráfico. Una Nueva York inédita con todos los Starbucks cerrados, los estrenos de Broadway cancelados y los supermercados atascados con personas comprando agua, medicamentos y linternas.
Irene rebajó ayer su intensidad hasta uno en una escala de cinco. Pero los expertos se esforzaron por subrayar en que se trata de una tormenta muy peligrosa. "Es casi imposible que no se inunden las calles alrededor de Wall Street", decía a ELMUNDO.es el meteorólogo Steven di Martino, "el huracán dejará en tan sólo unas horas mil veces más lluvia que en agosto del año pasado".
Irene tocó tierra al filo de las siete de la mañana de ayer en Nags Head (Carolina del Norte) dejando a su paso un reguero de apagones eléctricos y árboles arrancados por el viento hasta a 130 kilómetros por horas. Desde entonces avanza hacia el norte con su poder destructor barriendo la Costa Este. Su fuerza ha formado también tornados en el sudeste de Virginia, el este de Maryland, Delaware y el sur de Nueva Jersey.
No hay comentarios:
Publicar un comentario