Se sabe hace tiempo que Monterrey ha dejado de ser conocida como la joya financiera de México. Sigue acogiendo a grandes empresas y muchos negocios, pero son ya más los muertos, los tiroteos y los cadáveres dan fama mundial a la capital de Nuevo León y a este estado mexicano en general.
La guerra despiadada entre varios cárteles, básicamente el de los Zetas y sus aliados y el del Golfo y sus grupos afines, parece cebarse en esta región del norte del país. El día de ayer ya ha quedado señalado en rojo en su calendario: se batió un nuevo récord con 32 asesinatos, más de un crimen por hora. Es más, en el espacio de dos horas se localizaron la mitad de las víctimas, 16.
El mismo Consejo de Seguridad de Nuevo León ha admitido que nunca antes habían visto semejante espiral de violencia. Según su portavoz, Jorge Domene, la mayoría de las víctimas fueron presuntos delincuentes de cárteles rivales, aunque uno de los crímenes que más ha conmocionado a la población de Monterrey ha sido el de los dos escoltas del gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina.
Los descuartizaron y dejaron sus cuerpos abandonados frente a un supermercado con un mensaje firmado por el Cártel del Golfo. Les acusaban de trabajar para sus rivales de los Zetas y amenazaban al propio gobernador: "Un saludo para el gobernador Rodrigo Medina, aquí están dos de tus escoltas, muy buenos para agarrar dinero de la compañía 'Z'. No siempre vas a estar en el poder, al rato se te acaban seis años. A ver dónde chingados (diablos) te metes. Saludos CDG".
Además, también el miércoles se encontraron otros tres cuerpos descuartizados en la entrada del penal de Cadereyta, cerca de Monterrey. Se cree que las víctimas eran celadores de la cárcel que habían sido secuestrados el lunes, según versiones extraoficiales.
A la lista de cadáveres se sumaron los de otros tres con heridas de bala abandonados en un vehículo en Guadalupe, otros tres descuartizados y lanzados desde otros coches en Monterrey, otra mujer decapitada que había sido secuestrada y un hombre asesinado a tiros en Guadalupe, el pligroso municipio cercano a Monterrey.
Más: tres chicos acribillados también en plena calle, junto a una escuela de Primaria, y luego rociados con gasolina y quemados ante la mirada de los vecinos aterrorizados. Dicen que llamaron a la policía, pero no se vio a ningún agente mientras los sicarios terminaban su 'trabajito'. Incluso tuvieron tiempo de dejar su 'narcomensaje' en la pared.
También el ejército colaboró a incrementar el número de víctimas en Nuevo León este miércoles. Un tiroteo con militares dejó otros cinco cadáveres, que se añadieron a los ocho que quedaron sobre el asfalto tras el enfrentamiento entre dos cárteles rivales.
La cuenta parece infinita. Lo peor, que no se detiene, que mañana habrá más cuerpos que enterrar y todos son más que una aterradora estadística en un país que se desangra y que ya ha superado las 40.000 víctimas desde que Felipe Calderón inició la guerra al 'narco' en 2006
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