Milton Mathis tenía un coeficiente intelectual de 62. Oficialmente era retrasado mental. El pasado martes fue ajusticiado con una inyección letal en la prisión de Huntsville, en el estado de Texas, por asesinar a dos hombres en Houston en 1998 y herir a una chica de 15 años a la que dejó paralítica de cintura para abajo.
Según el acta de la ejecución, Mathis pronunció sus últimas palabras antes de recibir una fuerte dosis de barbitúricos: "Pido misericordia para mí y para quienes llevan a cabo esta matanza. El sistema me ha fallado, esto es un error judicial. La vida no debería acabar así. Solo te pido, Señor, que cuando llame a tus puertas me dejes entrar". Luego bostezó y comenzó a roncar. Nueve minutos más tarde estaba muerto.
Alemania y Reino Unido prohibieron las exportaciones a EEUU de fármacos susceptibles de ser usados en ejecuciones
Mathis, de 32 años, se convirtió así en el decimosexto reo sedado con Nembutal, pentobarbital fabricado y comercializado por una empresa farmacéutica danesa, Lundbeck, lo cual viene provocando una fuerte polémica en Dinamarca, acentuada aún más ahora por el hecho de que Mathis fuese retrasado mental.
'Uso inapropiado de sus productos'
En las últimas semanas, Lundbeck ha multiplicado los comunicados en los que denuncia el "uso inapropiado" de sus productos por parte de las autoridades penitenciarias estadounidenses, a las que ha pedido repetidamente que dejen de emplearlos. La empresa asegura encontrarse ante un grave dilema, ya que, si retira este fármaco del mercado norteamericano, "los máximos perjudicados serán los miles de pacientes" que lo utilizan para combatir ataques agudos de epilepsia, que es para lo que se suele recetar.
'Lundbeck se dedica a salvar vidas. Usar nuestros productos para acabar con ellas contradice todos nuestros principios'
"Lundbeck se dedica a salvar vidas", reza el último comunicado. "El uso de nuestros productos para acabar con ellas contradice todos nuestros principios. Nos oponemos a su utilización en penas de muerte". Mads Kronborg, portavoz de Lundbeck, ha declarado que la empresa "está desolada al ver que un medicamento pensado para ayudar a personas seriamente enfermas se emplea tan inadecuadamente".
"Hemos escrito a los gobernadores de 14 estados para que pongan fin a estas prácticas, pero aún no hemos recibido respuesta", ha añadido. "Somos los primeros interesados en que esto acabe. Queremos limitar la distribución de Nembutal a las cárceles sin que afecte a los hospitales, pero no resulta nada fácil".
La UE respalda a Lundbeck
El Gobierno danés, que como el resto de la Unión Europea se opone radicalmente a la pena de muerte, respalda a Lundbeck y su ministra de Exteriores, la conservadora Lene Espersen, también ha enviado cartas a los 14 gobernadores solicitándoles que detengan el "uso inapropiado" del Nembutal. Dinamarca, no obstante, no seguirá de momento seguir el ejemplo de Alemania y Reino Unido, que prohíben desde el pasado abril las exportaciones a EEUU de fármacos susceptibles de ser utilizados en ejecuciones.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional o Reprieve, una fundación británica que lucha contra la pena de muerte, han criticado por demasiado tímidas las protestas anteriores de Lundbeck, reticente quizá porque, como indican datos de la consultora norteamericana IMS Health, sus beneficios por la venta de Nembutal en EEUU ascendieron en 2010 a 25,5 millones de dólares (17,9 millones de euros), un 16% más que en 2009 y nada menos que un 151% más que en 2006.
La nueva estrategia de la farmacéutica danesa frente a las autoridades estadounidenses, mucho más ofensiva, ha sido negociada con Reprieve, que elogia el cambio de postura y espera que surta efecto cuanto antes.
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