Hasta hace pocos días nadie en Italia conocía a Luigi Bisignani. Ahora su nombre aparece a diario en las portadas de los principales periódicos del país. De un día para otro, los italianos han descubierto que un perfecto desconocido lleva años acaparando grandes cuotas de poder en los más importantes despachos romanos, tejiendo una poderosa red de espionaje y de chantajes que podría haberle permitido dirigir los destinos de todo un país desde la sombra.
Silvio Berlusconi. | Efe
La sospecha no es baladí. Hay un informe de los fiscales Francesco Curcio y Henry John Woodcock que consta de unas 16.000 páginas. Un documento que están estudiando los abogados de Bisignani, después de que su cliente fuera puesto bajo arresto domiciliario el miércoles 15 de junio. Los fiscales le acusan de liderar un "sistema criminal" cuyo objetivo es manejar informaciones reservadas por medio de un 'modus operandi' "típico de los más sofisticados grupos terroristas y mafiosos". Una red de Inteligencia "paralela e ilegal".
¿Pero quién es Bisignani? Un intermediario. O un 'faccendiere', como dicen los italianos para referirse a una actividad opaca donde las haya. Nació en 1953 y fue miembro de la logia masónica P2 (Propaganda 2), una organización secreta que operó a finales de los años 70 introduciendo a personas de su confianza dentro de las principales instituciones del país.
Silvio Berlusconi era uno de sus miembros. Precisamente, el número 1.816, según indicaba su tarjeta. Así que no parece una casualidad que el actual primer ministro también esté implicado en la trama del 'faccendiere'. El magnate de la comunicación entró en política justo después de que la gran operación judicial 'Manos Limpias' acabara con los partidos tradicionales. Y con el propio Bisignani. El intermediario, sin embargo, supo salir del pozo tras ser condenado por corrupción.
Codo con codo con la elite
Su relación con Berlusconi y su entorno parece probada. No sólo porque Bisignani invitó al 'premier' a la fiesta de cumpleaños de su madre. También porque hay centenares de escuchas telefónicas que vinculan a decenas de altos cargos con el oscuro intermediario. Como el ministro de Economía, Giulio Tremonti, o el presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo. O los líderes de las principales compañías italianas, además de importantes miembros de los servicios secretos, del Poder Judicial y -¿cómo no?- de la televisión pública RAI.
Entre los que están involucrados en la trama aparece también el 'número dos' del Gobierno, el discreto Gianni Letta, considerado como la mano derecha de 'Il Cavaliere' y respetado por la oposición por su proverbial moderación. "¿Bisignani? ¡Es amigo de todo el mundo! ¡Es el hombre más conocido que yo conozca!", aseguró Letta hace pocos días. Una frase que no le sentaría muy bien a muchos italianos de a pie, que hasta el 15 de junio nunca habían oído el nombre del 'faccendiere'. "Ni el propio Bisignani se conocía a sí mismo", sintetizó el martes el popular cómico Maurizio Crozza en el programa televisivo Ballarò.
Gianni Letta. | Efe
Según las filtraciones del caso, los fiscales creen que Letta conocía todos los movimientos de Bisignani. No está claro, sin embargo, quién estaba en la cima de esta pirámide de poder oculto. ¿Bisignani? ¿Letta? ¿Berlusconi? "Berlusconi era Bisignani. Bisignani era Letta. Letta era Bisignani": así resume la situación un reciente artículo de 'La Repubblica'.
En una escucha telefónica se oye al intermediador dar órdenes nada menos que al jefe de la petrolera Eni. Y también a ministros como Stefania Prestigiacomo, que al parecer estaba bajo su control. Bisignani también tenía relaciones con algunos miembros de la oposición, aunque el material recogido por los fiscales de Nápoles indica que el objetivo principal de su red era evitar a toda costa que cayera el Gobierno de 'Il Cavaliere'.
"Si hay elecciones ahora, corremos el riesgo de perderlas. Si la ley del 'proceso breve' no se aprueba, condenarán a Berlusconi a cinco años de cárcel, y el juego se acabará para todo el mundo", confesó Bisignani al poderoso empresario Flavio Briatore. Quizá por eso hay cada vez más italianos convencidos de que el fin del 'faccendiere' también podría significar el fin del 'Il Cavaliere'.
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