El fuego es hoy el protagonista de las fiestas que se celebran en numerosas localidades durante la Noche de San Juan. El municipio soriano de San Pedro Manrique acoge uno de los rituales colectivos más llamativos para los antropólogos. Cada 23 de junio, algunos de sus habitantes celebran la Noche de San Juan caminando descalzos sobre una alfombra de brasas de madera de roble junto a la iglesia de la Virgen de la Peña. El recorrido es de tres metros y suele cruzarse en unos cinco segundos.
Aunque esta tradición congrega a una gran cantidad de turistas y curiosos, los habitantes del pueblo son los únicos que se atreven a pasarlo. "Sólo los de fuera se queman", suelen afirmar los locales. Muchos incluso caminan sobre las brasas al rojo vivo llevando a hombros a algún familiar. Algunos lo hacen por tradición y otros para cumplir alguna promesa religiosa pero, cualquiera que sea la razón, la fiesta se ha convertido en una de las principales señas de identidad del pueblo.
Precisamente el Paso del Fuego de San Pedro Manrique ha sido el ritual elegido por un grupo de investigadores para estudiar el significado y los efectos de estas tradiciones en la cohesión de las comunidades. Algunas de las conclusiones de su estudio, que comenzó en 2006 y que será ampliado en los próximos meses, han sido publicadas en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).
Función social
"Durante muchos años, varios antropólogos y otros investigadores han argumentado que los rituales colectivos de alta emoción tienen una función social, contribuyendo a la producción de cohesión grupal. Por ejemplo, el sociólogo Emile Durkheim habló de la efervescencia colectiva, un sentimiento de estar más cerca con la gente con quien uno actúa, que produce marcados cambios en la estructura de la sociedad. Sin embargo, esta noción de efervescencia siempre ha sido considerada algo difícil de definir e imposible de medir", explica a ELMUNDO.es Dimitris Xygalatas, el antropólogo que ha organizado este estudio.
El investigador griego asegura que su estudio "muestra por primera vez que los efectos de la acción social tienen una base fisiológica, que se puede medir con precisión, y que este efecto es independiente de la coordinación motora" pues los espectadores permanecían inmóviles y los pasadores recorren la alfombra de brasas de uno en uno.
Pulsímetros
Para obtener la autorización para llevar a cabo el estudio, el Ayuntamiento de San Pedro Manrique les pidió que llevaran a cabo su investigación con discreción y respeto al ritual. "Los pulsímetros que utilizamos no eran nada intrusivos y los llevaban debajo de la ropa". Los espectadores no tenían ni idea de lo que estaba pasando. Cuanto terminó todo, el alcalde nos dijo que estaba contento por nuestra discreción y firmó el formulario de consentimiento", explica.
Las personas que participaron en el estudio eran conocidos de Dimitris Xygalatas, que ya había visitado el pueblo en otras ocasiones. Ellos fueron además los que animaron a amigos y familiares a participar en la investigación. Los científicos colocaron pulsímetros a 12 pasadores del fuego, 9 espectadores emparentados con ellos y 17 visitantes que no tenían ninguna relación con las personas que cruzaron las ascuas.
El ritual duró unos 30 minutos, durante los cuales 28 personas hicieron paseos de cinco segundos de duración. Tras medir sus latidos, los investigadores detectaron que el corazón de los familiares y amigos evolucionaba de una manera similar al de las personas que cruzaban las ascuas. Por el contrario, los visitantes que no conocían a los pasadores no presentaron cambios.
Rituales en Grecia, Bulgaria y Mauricio
La primera investigación de campo como antropólogo de Dimitris Xygalatas trató sobre los rituales del paso del fuego en su país: "Durante mis estudios de doctorado, pasé 16 meses en un pequeño pueblo del norte de Grecia llamado Agia Eleni, donde los locales participan en un paso del fuego anual en honor de los santos Constantinos y Elena. Estos rituales me interesaban como ejemplos de rituales de alta emoción, que se encuentran en muchas partes del mundo".
Tras indagar sobre otras localidades en las que se llevaran a cabo este tipo de fiestas, Xygalatas encontró rituales similares en Bulgaria y España. Su interés por nuestro país creció por razones personales ya que su novia es de Zaragoza. "Actualmente estoy estudiando el paso del fuego y otros rituales aún mucho más "extremos" entre los hindús de la isla de Mauricio", afirma en perfecto español.
Y es que el fuego es el protagonista de numerosos rituales celebrados en zonas muy alejadas geográficamente, en los que se mezclan elementos del cristianismo y otras religiones con el culto a los dioses de la naturaleza.
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